domingo, 11 de noviembre de 2007

Cría cuervos

¿Te quieres callar?

Estas tres sencillas palabras han dado la vuelta al mundo. Y la han dado porque es la primera vez que alguien se enfrenta directamente y sin complejos al Mussolini venezolano. Algo más tarde, en un acto de autoexaltación personal a los que tan aficionado es este elemento, afirmó que "él será rey, pero no me puede hacer callar".

Ese ha sido el problema: que durante demasiado tiempo nadie le ha hecho callar. Ha sido él el que ha hecho callar a opositores, estudiantes, jefes de estado y de gobierno, medios de comunicación desafectos... A los que no se han callado los ha tildado de golpistas, fascistas, cómplices del imperialismo norteamericano...

Y mientras tanto, los gobiernos europeos, en el mejor de los casos, miraban para otro lado; y en el peor, como es el caso del funesto gobierno socialista de España, le reían las gracias, le jaleaban y le daban palmas. El golpista Chavez acusa a Aznar de instigar un golpe de estado contra él, y Zapatero le vende material militar con el que aplastar la disidencia interna y externa. El golpista Chavez expropia a empresas españolas que trabajan en Venezuela, y Zapatero le jura amistad y cooperación al tiempo que financia su régimen con los impuestos de esas empresas expoliadas. Chavez insulta a un ex-presidente del gobierno y a los empresarios españoles, y es el rey el que tiene que dar la cara, hastiado ya de tantas humillaciones, mientras Zapatero sigue, impertérrito, hablando de amistad y cooperación.

Aun siendo inaceptable, lo peor no es que los gobiernos socialista-populistas de Sudamérica lleven años tomándonos por el pito del sereno y dándonos por detrás con total impunidad. Lo que me enerva es que, encima, tengamos que ser nosotros los que pongamos la vaselina.

Cría cuervos...

Nos estamos cargando el planeta...

¿...o no?

Desde luego, si atendemos a la cantidad de tiempo y espacio dedicado en los medios de comunicación, y a la cantidad de dinero (público y privado) que se gasta en acciones supuestamente conservacionistas, deberemos llegar a la conclusión de que somos una especie de cáncer para nuestro planeta (un virus, si tenemos que hacer caso a las opiniones de Smith en la película The Matrix).

Sin embargo, el mundo ha pasado por, al menos, seis episodios de extinción masiva, en los que desaparecieron entre el 20 y el 90% de las especies; todas ellas han sucedido por fenómenos naturales, y de todas ellas la vida, no sólo se ha recuperado, sino que ha salido fortalecida.

Evidentemente, no es la opinión de un científico a tener en cuenta, pero decía Ian Malcom en Parque Jurásico que "la vida es tenaz". Una vez que ha echado sus raíces es casi imposible acabar con ella. Pero, sin embargo, llevamos casi un siglo intentando convencernos de que la próxima extinción masiva será producida por el hombre, y de que esta vez será definitiva.

Sobrepesca, deforestación, agotamiento de los recursos, contaminación, invierno nuclear y, más recientemente, calentamiento global han sido los argumentos que hemos venido utilizando para convencernos de que la Tierra no está segura en nuestras manos. ¿A qué se debe esta fijación destructiva? ¿Por qué nos torturamos con una posibilidad que evidentemente no va a llegar a suceder?

Recientemente recordé haber visto en televisión una serie divulgativa de la BBC, en la que una serie de científicos de distintas áreas imaginaban cómo sería la vida en la tierra dentro de algunos millones de años. Sin presencia humana, con unos continentes que chocan y se resquebrajan y con los cambios climáticos que eso traería consigo hicieron el ejercicio de razonar por qué caminos discurriría la vida al cabo de 5, 50 y 250 millones de años, qué nuevas especies poblarían la tierra, y qué adaptaciones les habrían llevado a ello.

Yo, personalmente, disfruté mucho con esa serie, por lo que me sorprendió la inesperada contestación que tuvo en Inglaterra, no sólo entre los periodistas y la gente común, sino también entre los científicos. La objeción fundamental era que no podían asegurar que esas fuesen las formas de vida que poblasen la tierra, pero me pareció demasiado pueril para tomarla en consideración: claro que no lo podían asegurar; por eso el documental era sólo un ejercicio que establecía alguna posibilidad. En ningún momento se aseguraba que ese fuera a ser el futuro.

Pero argumentaron, además, que lo que invalidaba completamente las deducciones del documental era dar por supuesto que el hombre iba a extinguirse. Para ellos no era creíble que la especie más evolucionada, más adaptable y más capaz de modificar el ambiente en su provecho pudiese desaparecer. Y entonces me quedó todo claro.

Desde la aparición de las armas de destrucción masiva (es decir, desde la aparición de la ametralladora), el hombre ha vivido con la certeza de que es capaz de aniquilarse como especie. Las dos grandes guerras mundiales, y la aparición de las armas nucleares no han hecho sino asegurar esa convicción. Pero entonces, surge la pregunta: ¿y después?

Y no podemos contestarnos. No estamos preparados para imaginar un mundo sin humanidad. Un mundo que vuelva a colonizar todo lo que ha perdido a manos de la civilización. A todo lo que llegamos es a imaginar un mundo en el que el hombre haya quedado reducido a un estado de animalidad que lo someta a la esclavitud por parte de otra especie superior. Pero un mundo sin hombres... no; no estamos preparados para ello.

Por eso asumimos que vamos a morir matando. Si el hombre desaparece, todo desaparecerá con él. Somos el culmen de la evolución, la perfección biológica, y por eso tras nosotros no puede haber nada más. Por eso nos imaginamos que tenemos capacidades que nos son ajenas; porque en realidad no podemos acabar con la vida en la tierra. No podemos llegar a las más profundas simas oceánicas, y nuestros movimientos de tierra no llegan ni a arañar la superficie de nuestro planeta. Ha habido organismos vivos que han modificado la faz de la tierra de forma que nosotros no podríamos ni intentar, pero somos tan soberbios que nos creemos que podremos acabar con ellos.

En el fondo no es más que miedo; miedo a pensar que nosotros no somos más que un accidente de la evolución, y que, hagamos lo que hagamos, la vida seguirá tras nosotros.

jueves, 1 de noviembre de 2007

11M-31O

No puedo negar que estoy decepcionado.

Lo reconozco: yo soy uno de esos conspiranoicos que se habían dejado llevar por las teorías de la conspiración tan bien tejidas por personas como Luis del Pino, Casimiro García Abadillo y otros. Estaba absolutamente convencido de que el tribunal no podía dar verosimilitud a tal cantidad de pruebas sobre las que recaía la sombra de la sospecha.

Pero finalmente, exceptuando la Renault Kangoo, ha tragado con todo. Y me resulta difícil de digerir el argumento que ha utilizado para ello:
- No sabemos qué explosivo se utilizó en los trenes, pero aunque lo supiésemos, no habría ninguna diferencia.
- No sabemos qué explosivo se utilizó en los trenes, pero provenía de Mina Conchita.
- No aceptamos el hecho de que los terroristas se desplazasen a Alcalá en la Renault Kangoo, pero aunque lo hubiesen hecho, daría lo mismo.
- No compartimos el relato de algunas acusaciones de que los terroristas se desplazaron a Alcalá en la Renault Kangoo, pero admitimos que los objetos encontrados dentro pertenecen a los terroristas.
- Admitimos la mochila de Vallecas como prueba precisamente porque una de las defensas asegura que se rompió la cadena de custodia: para que se rompa la cadena de custodia, la mochila debería haber estado en Vallecas. Y si no se rompió la cadena de custodia, pues eso, la prueba es digna de toda confianza.

Es decir: las pruebas son las que son, y avalan la versión oficial de los hechos. Pero, si hubiesen sido cualesquiera otras, también habrían avalado la versión oficial de los hechos.

Al final, sentencia salomónica: se condenan como autores materiales tres de los principales inculpados, y se deja en la calle o con sentencias muy reducidas al resto, y se desestima que el atentado pudiese estar organizado por algún organismo gubernamental. Por otro lado, ninguna mención a Irak ni a Al-Qaeda. Todos contentos: los unos, porque se "desmonta" la teoría de la conspiración; los otros, porque no se da credibilidad a la idea de que los atentados se produjesen en respuesta a la implicación de España en la guerra de Irak.

La conclusión que saco de esta sentencia (a falta de leerla completa, cosa que haré) es que un grupo de delincuentes de poca monta, dedicados al tráfico callejero de drogas y a pequeños timos, montaron el mayor atentado de la historia de Europa porque se sentían con ganas de hacer algo diferente. Se aburrían, los pobres diablos y dijeron: vamos a hacer algo que nos saque de la rutina.

Mucho me temo que, como ha apuntado el editorial de Libertad Digital de hoy, será otro crimen que quede con la X sin despejar.

Para este viaje, no nos hacían falta unas alforjas de tres años.

viernes, 19 de octubre de 2007

Junto a Francisco José Alcaraz, siempre

No hay mayor infamia que amparar al delincuente, al tiempo que se criminaliza a las víctimas.

El sufrimiento de un delito es de por sí una injusticia, que sufre, casi siempre, un inocente. La víctima, entonces, espera de los órganos de poder una restitución que le devuelva su patrimonio, si ha sido esquilmado, y, sobre todo, su honor, que ha sido, en cualquier caso, mancillado.

Cuando la víctima no recibe la pertinente reparación, sino que es maltratada por quien debe protegerla, se produce una situación de indefensión que produce náuseas. Es el primer paso para convertir un estado de derecho en un régimen totalitario, en el que los delincuentes tienen el amparo del gobierno, y el gobierno se sirve de los delincuentes para perpetuarse en el poder.

Cada día que pasa, con cada decisión que toma, el gobierno de España presidido por José Luis Rodríguez Zapatero vuelve a demostrar que ese es exactamente su caso. Y yo quiero, desde este humilde blog (que hasta ahora no ha leído casi nadie) gritarlo a los cuatro vientos.

Quiero decírselo a voces al señor Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero.
Quiero decírselo a los magistrados de la sección cuarta de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional, Fernando Bermúdez de la Fuente, Teresa Palacios y Flor María Sánchez.
Quiero decírselo al juez titular del juzgado de instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno.

Quiero decirles a todos ellos que la ruptura del diálogo tras el atentado de la T4 es un paréntesis que tanto ETA como el Gobierno han ideado para retomar el proceso.
Quiero decirles a todos ellos que el diálogo con ETA supone legitimar los cientos de asesinatos y los miles de heridos provocados por la barbarie terrorista.
Quiero decirles a todos ellos que ZAPATERO ES EL EMBAJADOR DE ETA. El presidente hace tiempo que habla, siente y padece como los propios terroristas.

Estas son mis palabras. Las asumo y me ratifico en ellas. Es más: me ratificaré delante de un tribunal, si llega la ocasión.

miércoles, 6 de junio de 2007

¡No me lo creo!

Creo que a nadie le ha podido coger por sorpresa la rotura del "alto el fuego permanente" por parte de ETA. Ha roto ya tantos altos el fuego permanentes que uno está tentado de cambiar el concepto que tenía de la palabra permanente.

A nadie creo que se le escape que, durante este tiempo, ETA ha aprovechado para rearmarse, reorganizarse y refinanciarse. Lo ha hecho otras veces. Es su forma de actuar y sólo un iluso esperaría que actuase de otro modo. Pero el caso es que los ilusos existen, y, por una extraña carambola de la vida, a veces llegan a dirigir los destinos de un país.

Lo que ha pasado en España en el último año y pico (más, si hacemos caso a determinadas informaciones periodísticas) no tiene parangón en la historia de la democracia occidental moderna. Hemos sido muchos los que hemos criticado abiertamente a este gobierno porque teníamos la completa seguridad de que lo que realmente se estaba produciendo era una rendición abierta del Estado de Derecho ante un grupo terrorista que, paradojas de la vida, se encontraba en su momento de mayor debilidad desde principios de los años 70.

Pero las reacciones que el anuncio de la ruptura de la "tregua" ha producido en el seno del gobierno me parecen la mayor bajeza moral de las que ha sido capaz este gobierno (y ha caído muy bajo en estos tres últimos años). Según anunció José Luis Rodríguez Zapatero en rueda de prensa, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajarán incansablemente en su lucha contra el terrorismo. ¿Qué pasa? ¿Que antes no lo hacían? Parece ser que no, a tenor de cómo terroristas confesos realizaban prácticas de tiro en presencia de Guardias Civiles.

Inmediatamente después de las elecciones, se reanudan los contactos entre el Gobierno y ETA para negociar el futuro de Ignacio de Juana Chaos, tras un paréntesis por la presencia de las elecciones municipales. La única discrepancia se encuentra en si el angelito se irá a su casa con una pulsera telemática o si le van a controlar por teléfono. Ni se plantea la posibilidad de devolverlo a la cárcel. Pero ETA rompe su "tregua" y, de forma fulminante, de Juana es trasladado a una prisión de Madrid. ¿No estaba de Juana en el hospital por motivos humanitarios debido a su precario estado de salud? ¿No se le iba a enviar a su domicilio para cumplir el resto de la condena porque así lo habían recomendado los médicos? ¿No se había cumplido de forma escrupulosa con la legalidad vigente? Si ahora se le traslada a la cárcel, y, según el Ministro del Interior, se cumple escrupulosamente la legalidad vigente, ¿en cuál de los dos momentos el gobierno mintió de forma descarada? Porque son dos afirmaciones mutuamente excluyentes.

Que ha habido concesiones es evidente simplemente viendo la celeridad en encarcelar a de Juana tras el comunicado de ETA, por lo que el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero sabía que el final de la "tregua" le iba a coger entre dos fuegos. No podía continuar de forma abierta con su política de concesiones porque la ciudadanía no lo iba a aceptar, pero cualquier giro radical en su política iba a dejar en evidencia que llevaba tres años sin luchar contra el terrorismo.

Llevamos tres años escuchando que no ha habido ninguna concesión a ETA, para acabar descubriendo de la forma más cruel que llevan tres años mintiéndonos de la forma más vil y cobarde. Ahora nos dicen que lucharán contra el terrorismo con todas sus fuerzas. Pues qué quieren que les diga: ¡No me lo creo!

jueves, 10 de mayo de 2007

Izquierda y derecha II

Decía la hija de José Luis Rodríguez Zapatero (o, al menos, eso nos ha intentado hacer creer él) que lo que diferencia a los socialistas de la derecha es que se ocupan de los pobres y los trabajadores, mientras que los otros sólo piensan en los ricos. Desde que oí ese comentario me fui reafirmando en mi creencia de que el presidente del Gobierno de España hacía gala de un nivel intelectual propio de una niña de doce años, y que basaba su discurso político en tópicos y frases hechas.

Pero según fue pasando el tiempo comencé a creer que la hija de José Luis Rodríguez Zapatero tenía parte de razón. Es más, hoy creo que esa frase es absolutamente cierta, y define a la perfección las diferencias entre la izquierda y la derecha.

La izquierda nació porque en el mundo existen pobres. Es una ideología que piensa en los pobres y tiene su razón de ser en los pobres. La derecha es una ideología de ricos. Está pensada para los ricos y de ellos se preocupa.

Por regla general, un pobre votará a la izquierda para dejar de ser pobre; por regla general, un rico votará a la derecha para no dejar de ser rico.

Por eso, la derecha necesita que haya muchos ricos, y hará todo lo posible por que el número de ricos y su riqueza aumenten. Al mismo tiempo, la izquierda necesita que haya muchos pobres, y hará lo posible por que el número de pobres y su pobreza aumenten.

¿Cómo ha sido capaz la izquierda de mantener el engaño tanto tiempo? Porque ha conseguido extender la falacia de que la riqueza es finita, y de que la única forma de salir de la pobreza es despojando a los ricos. Esto es una mentira colosal, como ya comenté en un post anterior (ver aquí) y que ha quedado demostrada en todos los sitios donde ha gobernado la izquierda, en los que, efectivamente, los ricos se han empobrecido, pero ni un solo pobre ha conseguido enriquecerse, sino que se han empobrecido más.

Esto es la izquierda: una máquina de hacer pobres, ya que de pobres es, como decía la hija de José Luis Rodríguez Zapatero, de lo que viven.

miércoles, 2 de mayo de 2007

Dos de Mayo

Los graves sucesos vividos por la ciudad de Madrid estas dos últimas noches parecen haber cogido desprevenidos a muchos. Nadie parecía haber tomado en consideración los signos que se han venido repitiendo, no ya en Madrid, sino en todo el mundo, durante los últimos veinte años. No es casualidad que en todos los países occidentales, ricos, desarrollados y libres se haya gestado un movimiento que lucha precisamente, contra los orígenes de su riqueza, libertad y prosperidad. La caída del Muro de Berlín dejó al descubierto las miserias (no sólo económicas) que se escondían tras él, pero esto, lejos de condenar al comunismo a las cloacas de la Historia -de donde nunca, dicho sea de paso, debió salir- no ha hecho sino revestirlo de nuevos y elegantes ropajes y presentarlo a la sociedad como la nueva ideología que ha de salvarnos de nuestra propia libertad. El comunismo no existe, oigo decir a diario. El comunismo ha sido vencido, argumentan con vehemencia. El comunismo ha sido un experimento que se ha matado a sí mismo. En definitiva, tras la caída del muro de Berlín, el comunismo se ha hecho el muerto para infiltrar su ideología desde dentro, haciendo que asumamos puntos de vista que eran despreciados cuando la Unión Soviética era el enemigo a combatir.

Porque es comunismo la actual fiebre ecoalarmista, que intenta, igual que en los años cincuenta, destruir el tejido industrial occidental para que se cumplan, por fin, las predicciones de Carlos Marx. Es comunismo el movimiento antiglobalización, que busca que los países ricos renuncien a sus riquezas y a sus libertades para ser siervos de un puñado de dictaduras tecermundistas que no han hecho sino matar de hambre a sus ciudadanos. Es comunismo el movimiento okupa (sic) que busca destruir la propiedad privada y, por lo tanto, el que probablemente sea el principal método de ahorro a largo plazo de la población, dejándola completamente desamparada y en manos del estado en el momento en el que más necesidad tienen del fruto de su trabajo, es decir, en el momento de recibir una pensión estatal miserable, que, dicho sea de paso, no tiene visos de que vaya a durar eternamente.

Y es, finalmente, comunismo, el apoyo a todas y cada una de las dictaduras que se reparten por el mundo, desde las oficialmente declaradas como comunistas (Cuba, Corea del Sur...) hasta las que se intenta disfrazar de populismo, o incluso de democracia (Venezuela) pasando por lo que se ha dado en llamar islamofascismo, y que no es otra cosa que dictaduras islámicas que se han visto liberadas de repente de la sumisión a sus antiguos amos soviéticos (Irán, Argelia, Sáhara Español, Afganistán...) y por todos y cada uno de los grupos terroristas existentes (ETA, IRA, FARC, terrorismo islámico en general, etc.).

Pues bien. Todo ello se da la mano en los disturbios de Madrid. Estos enfrentamientos estaban preparados y perfectamente organizados, y lo triste es que su fuerza de choque estaba compuesta por centenares de jóvenes que creían sinceramente que estaban siendo aporreados por beber en la calle, mientras los luchadores por la libertad apedreaban a la policía, quemaban contenedores y coches, destrozaban comercios, asaltaban la propiedad y se hacían dueños de la calle.

Mientras tanto, algunas docenas de policías locales debían hacer frente a la rebelión con la única ayuda de sus porras, protegiéndose con su casco de motorista, el que lo tenía, y usando una caja de plástico como escudo improvisado. Sin material apropiado, porque la policía local no tiene atribuciones de antidisturbios. Cuando por fin, tras varias horas de batalla, llegaron los policías nacionales, el balance rondaba el medio centenar de heridos. No se presentaron antes porque, según la delegación del gobierno, la responsabilidad anti botellón la tiene la policía local. ¿Habrá mayor desvergüenza?

Tras la batalla, concurso de despropósitos. La delegada del Gobierno en Madrid Soledad Mestre atribuía los disturbios al consumo de alcohol, mientras que el alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón agradecía de forma servil la ayuda de la Policía Nacional (sic). Los medios de comunicación, mientras tanto, llevan dos días haciendo especial hincapié en la brutalidad policial, ofreciendo la imagen de que el eje central de los disturbios eran policías fuera de control que agredían sin compasión a pacíficos transeúntes que pasaban por allí.

Esto recuerda demasiado a lo que ocurre cada cierto tiempo en Barcelona con el movimiento Okupa. Recuerda demasiado a lo que ocurre todos los fines de semana en casi todas las ciudades vascas. Y recuerda demasiado a los disturbios de Mayo del 68 en París.

De hecho, la tradición de enfrentarse con la policía en Malasaña los días uno y dos de Mayo no es nueva. Es un intento que hubo en los primeros años de la transición de importar el Mayo francés con quince años de retraso. Por lo visto, al alcalde socialista de entonces le parecía buena idea fomentar el enfrentamiento entre la juventud y la policía.

De aquellos polvos vinieron estos lodos.

domingo, 22 de abril de 2007

Izquierda y derecha

Han pasado ya quince días desde que escribí mi última entrada en el blog. Los motivos han sido varios, y no vienen al caso, pero esperaba con impaciencia el momento en que pudiese retomarlo, para dejar por escrito un pensamiento que me llevaba varias semanas rondando la cabeza.

Es posible que para muchos no sea nada nuevo, pero yo, hace unos días, comprendí la diferencia fundamental entre la izquierda y la derecha. Ya, pueden parar las carcajadas, porque ya sé que muchos tienen una idea clara de esa diferencia. Incluso la hija de Zapatero, que opina que la derecha se preocupa de los ricos, y la izquierda de los pobres. Esa es una idea simplista, muy a tono con el resto de las ideas de nuestro infausto presidente por accidente.

No; la diferencia es más profunda, y no tiene que ver con buscar los beneficios sociales del trabajador. Sólo hay que ver cómo han quedado los trabajadores en los países donde ha gobernado la izquierda. No tiene que ver tampoco con la democracia, ya que abundan los casos de izquierdas no democráticas y de derechas democráticas. Tampoco tiene que ver, como creía yo hasta hace bien poco, con que la izquierda niega la propiedad privada, de manera más o menos solapada, mientras que para la derecha (con algunas excepciones) es sagrada. Todas estas diferencias son secundarias, y se entremezclan entre las dos ideologías. Según mi punto de vista, la diferencia entre la izquierda y a derecha se encuentra en la riqueza y su generación.

La izquierda niega sistemáticamente la generación de la riqueza. Es decir, la riqueza en el mundo se mantiene constante y sólo se puede repartir. Por ello, para que una persona se enriquezca, otra debe empobrecerse en la misma medida, y, por extensión, para que un país se enriquezca, otro debe empobrecerse. De este pensamiento se deriva el objetivo fundamental de la izquierda: una distribución más justa de la riqueza. O, dicho en román paladino: quitarle al que más tiene para dárselo al que tiene menos. O, dicho en el lenguaje de la calle: robar.

Robar porque esta "redistribución" nunca tiene en cuenta cómo el rico ha conseguido su riqueza. Nunca se plantean que ha podido obtenerla trabajando duro. Existe el convencimiento de que toda gran fortuna es ilegítima por definición, y de que existe la obligación, moral o incluso legal, de poner esos bienes al servicio de la sociedad. En los regímenes democráticos, esto se consigue a base de impuestos sobre la renta y el patrimonio, y en los menos democráticos, mediante la expropiación. La diferencia es únicamente de escala, porque los métodos y los fines son idénticos.

Tenemos un ejemplo muy claro en la Comunidad de Madrid. Aquí tenemos un grave problema de escasez de vivienda, que, gracias a Dios, se va solucionando. Estamos en vísperas de elecciones y los dos candidatos principales hacen públicas sus propuestas.

Esperanza Aguirre pretende seguir con su plan de cesión de suelo público para construir viviendas asequibles, con facilidades a la empresas constructoras para que consigan amoldar la oferta a la creciente demanda. Desde su partido, además, se propone la liberalización del suelo para que su escasez artificial no encarezca innecesariamente las viviendas. En otras palabras, poner el dinero a trabajar para, al mismo tiempo que se soluciona una necesidad ciudadana, las empresas creen puestos de trabajo, aumenten su valor en bolsa y den beneficios a todos los ahorradores que han invertido su dinero en las acciones de estas empresas, al tiempo que se da a la gente un medio de ahorro a muy largo plazo, con una revalorización segura, que se convertirá en un activo muy importante en el momento de la jubilación, cuando seguramente el estado del bienestar haya naufragado. En otras palabras, crear riqueza.

Rafael Simancas, sin embargo, tiene ya concluido un proyecto de ley por el cual cualquier ciudadano va a poder reclamar en los juzgados una vivienda. ¿Se la va a construir la Comunidad de Madrid? No. Su proyecto de ley permitirá expropiar viviendas vacías para entregarlas a quien las necesite. Además, penalizará la propiedad, favoreciendo el alquiler, como ya hace el gobierno socialista de la Nación, que desde su Ministerio de la Vivienda criminaliza la propiedad e intenta hacernos comulgar con las ruedas de molino de las ventajas del alquiler.

El problema es que una política que niegue la creación de la riqueza y el crecimiento económico tiene exactamente esos resultados: la destrucción de la riqueza y el estancamiento económico. Porque no se le puede pedir a un empresario que invierta en la generación de empleo y en la creación de riqueza cuando tiene sobre sí la espada de Damocles de la expropiación, o, en el mejor de los casos, de unos impuestos excesivos. Y no se puede pedir a un ciudadano de a pie que arriesgue su capital en la creación de una empresa rentable cuando sabe que puede sobrevivir a base de subvenciones sin aportar nada a la sociedad.

Así que, la próxima vez que oiga en los medios de comunicación noticias sobre la desigualdad en el mundo, piénsese seriamente si estaría a favor de que los ricos fuesen menos ricos para que los pobres fuesen menos pobres. Si es así, usted es de izquierdas. Luego, piense si estaría usted dispuesto a desprenderse de sus propiedades para liberar de la pobreza a sus semejantes. Si no es así, usted sería, además, un buen gobernante de izquierdas.

Luego, piense si estaría a favor de que los ricos fuesen más ricos y los pobres también fuesen más ricos. Evidentemente, sería la solución ideal, y, a diferencia de lo que pueda pensar, no es una quimera: es lo que lleva sucediendo en el mundo desde hace cincuenta años. Pero el titular en prensa es que las desigualdades han aumentado.

domingo, 8 de abril de 2007

De legalizaciones y carnets de demócrata

Tal día como hoy, hace treinta años, el gobierno de Adolfo Suárez tomó una decisión que probablemente cambió el rumbo de la historia en España: la legalización del Partido Comunista de España (PCE). Era el último gran partido histórico que quedaba por ser legalizado después de que dos meses antes lo hiciesen el resto de los partidos. La excusa fue el atraer al juego democrático al partido que probablemente más hizo por traer la democracia, ya que, según Suárez, una democracia que no contase con el PCE nacería coja y sin asomo de legitimidad.

Sin embargo, habría que ver qué parte de verdad tienen esas afirmaciones. Es bien cierto que el PCE fue, probablemente, el único partido que desarrolló un antifranquismo militante durante los años del régimen de Franco, pero también es bien cierto que, a no ser que le contagiaran la neumonía, poco tuvieron que ver con su muerte, y, por lo tanto, con el cambio de régimen. Es también bien cierto que su oposición al régimen de Franco se basó en suministrar grandes cantidades de dinero a un grupo terrorista (el maquis) que nunca pasó de ser una mosca cojonera, y, tras su fracaso, a otro grupo terrorista (ETA) mientras sus dirigentes vivían a cuerpo de rey en París (Carrillo) y Moscú (Ibarruri) con dinero soviético. Y no es menos cierto que su oposición al régimen de Franco nunca fue democrática, ya que en su ideario sólo tenía cabida la creación de una dictadura del estilo de Polonia, Rumanía, Corea del Norte...

De todas formas, con una base social en España que quería derrocar a Franco pero que vivía demasiado bien como para intentarlo, y una cúpula directiva en el exilio viviendo a cuerpo de rey a costa de Dios sabe qué presupuestos, la oposición a Franco en los últimos años de dictadura no pasó de algunas algaradas universitarias y alguna que otra huelga permitida por el gobierno. Así, además, se llegó al esperpento de algún alto responsable comunista intentando por todos los medios ser detenido y encarcelado en Carabanchel, pues Franco se moría y no había pasado ni diez minutos detenido, y con ese bagaje no podía presentarse como luchador por la libertad.

Ese fue el partido que Suárez decidió legalizar a toda costa. Con el objeto de legitimar la transición, a punto estuvo de tirar la transición por la borda. Según sus propias palabras "Ni soy comunista ni estoy de acuerdo con ninguna de sus ideas, pero soy profundamente demócrata". El problema es que el partido con el que estaba tratando no lo era. No podía serlo un partido que tenía entre sus dirigentes a alguien que vivía en Moscú con un sueldo del KGB y a alguien que nunca ha ocultado su profunda admiración por Nicolae Ceaucescu.

Se nos vendió, de todas formas, la legalización como un juego de estrategia por el cual, gracias a una serie de cesiones mutuas se atraía al PCE a un juego democrático en que nunca creyó y que siempre intentó destruir. Así, el Estado olvidó todos los crímenes cometidos por los comunistas, tratándolos a todos como presos políticos; daba igual los asesinatos que tuvieran a sus espaldas. A cambio el PCE aceptaba la monarquía parlamentaria y renunciaba a la bandera tricolor, para aceptar la enseña nacional. ¡Vaya intercambio de concesiones!

Hoy todo el mundo alaba la visión de estado que tuvieron Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri para conseguir una transición sin traumas. Supongo que no consideran traumas los muertos y secuestrados proporcionados puntualmente por ETA, GRAPO, FRAP, EGPGC Terra Lliure, etc, avalados y justificados por los comunistas. Hoy tampoco nadie se acuerda de que, si poco se le pidió al PCE para ser ilegalizado (aceptación de la monarquía y de la bandera constitucional) hace ya mucho tiempo que rompió ese compromiso, ya que desde todos los estamentos comunistas no pasa un acto público en que no se recuerde su intención de destronar al Rey y proclamar la tercera república y en que queden proscritas las banderas españolas para exhibir únicamente las de la Segunda República.

Seguramente nadie considera hoy en día estos temas como algo relevante. Pero la cesión de todo un estado a las exigencias y chantajes de un partido político antisistema y terrorista para luego ser traicionado por él no es algo que ocurriese sólo en 1977. Hoy en día, al igual que Suárez suplicaba a Carrillo que aceptase la bandera nacional para ser legalizados, José Luis Rodríguez Zapatero suplica a Batasuna que condenen la violencia para acudir a las elecciones. Saben que serán traicionados, pero están dispuestos a dejar entrar en el juego democrático a quienes han repetido de todas las formas polibles que no creen en él.

Hace un par de días, Gaspar Llamazares declaró que la transición española se había basado en el perdón y en el olvido, y que aunque el perdón era imprescindible, el olvido había sido un error. Por una vez estoy de acuerdo con Llamazares. El olvido ha hecho que perdamos de vista quiénes eran en realidad los partidos que se han autoadjudicado los carnets de demócrata. Son los mismos que quieren deshacer la transición para comenzar una nueva transición a su medida, eso sí, cometiendo los mismos errores: ayer con el PCE, hoy con Batasuna.

martes, 3 de abril de 2007

¡¡¡CIERREN EL GRIFO!!!

Llega la primavera, y, como todas las primaveras, la conjunción del deshielo con lluvias abundantes han llevado al río Ebro a los límites del desbordamiento. En algunos sitios de las provincias de Zaragoza y Tarragona, además, esos límites se han superado y ya hay algunos pueblos de la parte baja del Ebro parcialmente inundados. Y aunque los daños en poblaciones e infraestructuras son (de momento) pequeños, sí se han cebado en los cultivos, que han quedado, en multitud de lugares, completamente anegados.

¿Pues sabéis qué os digo? Que me alegro. ¿No querían Ebro? ¡Pues que beban Ebro! Van a tener Ebro hasta hartarse.

Ahora que venga el Ministerio de Medio Ambiente o de Ambiente Entero a decirme que cierre el grifo cuando me lave los dientes. ¿Quién narices cierra ese inmenso grifo por el que se están escapando decenas de miles de millones de litros de agua? Han tenido que abrir los embalse porque no tienen más capacidad de almacenamiento. ¿Cuántos embalses de las cuencas del Júcar y el Segura se podrían haber llenado con toda esa agua? No creo exagerar si aventuro que aseguraría el consumo humano para Murcia y Almería durante todo un año, justo hasta que otro deshielo combinado con lluvias vuelva a hacer crecer el Ebro.

Espero que, por lo menos, no tengan la desfachatez y cara dura de pedir al resto de las Comunidades Autónomas ayuda para paliar los efectos de las riadas. Si yo fuese valenciano, o murciano, o almeriense, les diría que cultiven arroz, que va muy bien para el agua.

viernes, 30 de marzo de 2007

La bandera de Franco

A nadie puede pasar desapercibida la tendencia reciente a la utilización de símbolos que parecían relegados, o incluso definitivamente desechados. Me refiero a símbolos en pricipio tan inocuos como la bandera española y el himno, y a otros más conflictivos, como el escudo anticonstitucional, franquista o, directamente el pollo o la gallina, que de todas esas formas es conocido.

La bandera española había sido olvidada, relegada a las fachadas de algunos edificios oficiales, quizás como pago o tributo a los partidos nacionalistas, que tanta alergia tienen a la enseña rojigualda. En su lugar florecieron multitud de banderas autonómicas, algunas con tanta historia como la aragonesa o la navarra, y otras tan estúpidas e innecesarias como la madrileña.

El himno parecía reservado para actos castrenses y deportivos, y eso cuando no nos lo cambiaban por el himno de Riego, tocado por un horroroso cornetín en una pista de tenis australiana. Supongo que la ausencia de una letra para las notas del maestro Pérez Casas nos hacía bajar la vista con vergüenza, esperando que, por esta vez, pusiesen la versión corta, o, como mucho, si el ambiente era lo suficientemente festivo, lo acompañásemos del popular
lo, lo, lo, lo...

Pero el proceso de desmembración de España parece que ha empujado a mucha gente en la dirección contraria. Reclaman lo que es suyo, y así, comienzan a lucirse sin pudor banderas de España por doquier: en los coches, en los hombros, en las muñecas, en las manifestaciones... Nos llamaron fascistas por lucir nuestra bandera, y, lejos de ceder al chantaje y callar, como hasta hace bien poco, buscamos la respuesta: ¿Por qué soy un fascista por usar la bandera de mi país?

Y una vez roto el primer tabú, hubo quienes decidimos que nos gustaba el escudo con el águila de San Juan (
Joder, ya me he metido de nuevo en el blog de un puto facha) y nos llamaron otra vez fascistas. Y volvimos a preguntar: ¿Por qué soy un fascista por usar el escudo con el águila? Y esta vez ya no sirvió el argumento de que ese escudo era preconstitucional o anticonstitucional, porque descubrimos que la constitución no regula el escudo. Y descubrimos que no es el escudo de Franco, ya que se usó antes, durante y después del régimen de Franco, ya que el actual se aprobó en 1981. Y comprobamos que su uso ni siquiera es ilegal, ya que la ley sólo regula su uso en instancias oficiales.

Pero antes vivíamos estupendamente con el escudo real, ¿Por qué tanta gente hemos decidido de repente que nos gusta más el escudo antiguo? Y me viene a la cabeza la profunda urticaria que le produce a la progresía todo aquello que recuerde a Franco, y pienso: ¿será sólo por meterle el dedo en el ojo a Zapatero y darle un golpe virtual con la bandera de Franco?

O a lo mejor es que siete años intentando convencernos de que somos la extrema derecha han dado sus frutos, y nos lo hemos acabado creyendo. Por lo tanto, habrá que comenzar a comportarse como tal, empezando por utilizar la bandera de Franco. Que es la actual.

La que no es actual, ni legal, ni constitucional, desde luego, es la funesta tricolor.

viernes, 16 de marzo de 2007

Política y publicidad

Siempre he sido de la opinión de que a la derecha no le basta con hacer las cosas bien para no ser criticada. Necesita algo más, al carecer de la "legitimidad política" que sí posee la izquierda. Ésta puede aferrarse al poder sin solucionar ni uno sólo de los problemas de los ciudadanos, y será la derecha la que tenga que dar razones a los votantes para que la izquierda no siga gobernando. La derecha, sin embargo, puede llevar a un territorio a cotas de progreso y prosperidad como nunca habían conocido, y aun así, tendrá que seguir justificándose y elaborando campañas de información para tratar de convencer a los ciudadanos de que es conveniente que sigan en el poder.

La derecha, por tanto, necesita de una ingente cantidad de propaganda y publicidad para, primero, llegar al poder, y luego, mantenerlo. El problema es que la derecha nunca ha dominado el arte de la comunicación. Y por eso gobierna en tan pocos sitios, y durante tan poco tiempo; el tiempo justo de solucionar los principales problemas de una zona para que, de inmediato, la izquierda regrese a dilapidar sus logros.

El Partido Popular, en España, no ha sido ninguna excepción. De otra forma no se explica cómo pudo mantenerse en el poder durante catorce años el que ha sido, probablemente y en todos los sentidos, uno de los partidos políticos más corruptos de Europa. Pero en los últimos tiempos habían aparecido signos que permitían pensar en un cambio en la tendencia.

Tras la llegada de Esperanza Aguirre al gobierno de la Comunidad de Madrid, parecía que el desplome de la derecha en la región era un hecho. Una político que llegaba con el aura de, como mínimo, simple (
¿Qué tal, majete?), tras una etapa oscura en el Ministerio de Educación, y con un escándalo de supuesta corrupción en la elección de la presidencia del Parlamento de la Comunidad (el famoso Tamayazo), hacía pensar que el Partido Socialista tenía el camino allanado para sacar los colores por muchos años al partido conservador.

Sin embargo, con una estrategia comunicadora sin precedentes en toda la historia reciente de España, haciendo uso de todos los medios de comunicación (tanto públicos como privados), y recurriendo al debate cara a cara con la oposición (el método, sin dudas, más efectivo y que fue dado de lado sistemáticamente por todos los políticos de la derecha española de los últimos años) el gobierno de la Comunidad de Madrid, no sólo ha conseguido desmontar todos los argumentos de la oposición socialista, sino que ha mostrado sus vergüenzas a toda la ciudadanía que, por una vez, ha empezado a pedir al socialismo una alternativa creíble para merecer el voto. En ese sentido, mi más sincera enhorabuena a la señora Aguirre.

No sólo estoy de acuerdo, sino que apoyo completamente, el uso de los medios de comunicación públicos para informar de los logros del gobierno; de cualquier gobierno: tenemos derecho a saber en qué se gastan nuestros muchos impuestos. No sólo estoy de acuerdo, sino que apoyo completamente, la inserción de mensajes publicitarios en medios de comunicación privados: hay gente que no tiene acceso o simplemente no quiere hacer uso de los públicos. Pero claro, todo tiene un límite.

Ayer llegó a mis manos el resultado de la campaña de información sobre el plan Prisma de Infraestructuras 2006-2007. Aunque esta campaña es, como digo, absolutamente necesaria, este año me ha parecido desproporcionada. Ya no se trata de folletos, ni siquiera de trípticos. Ya no son cuadernillos, ni aun verdaderos libros, como aquellos con los que nos obsequia nuestro querido ayuntamiento. Este año, la Comunidad de Madrid se ha dedicado a buzonear un DVD donde se cantan las excelencias de las inversiones madrileñas, en una serie de mediocres documentales a cargo, al parecer, de la misma productora que llevó a cabo la genial serie "Madrid desde el aire".

¿Piensa la señora presidenta de la Comunidad de Madrid que el grueso de la población madrileña se va a tomar la molestia de perder la media hora que dura el DVD en ver publicidad? ¿Piensa el gobierno de la Comunidad de Madrid que es la mejor forma de llegar a los ciudadanos? ¿Piensa el Partido Popular que el beneficio de la campaña compensa su coste?

Y, si no puedo estar en absoluto conforme con la necesidad de ese gasto, menos apropiada me parece la oportunidad de su realización. Con unas elecciones autonómicas a dos meses vista, seguro que habrá muchos madrileños que consideren este DVD como propaganda electoral (yo, al menos, así lo considero), y, señora presidenta, hacer propaganda electoral con fondos públicos no sólo es ilegal, sino profundamente inmoral (lo que a mi juicio es mucho peor).

Corrija, señora presidenta, la forma de tratar las campañas publicitarias de su gobierno, porque, a pesar de que hay personas que, como yo, son extremadamente indulgentes con usted, otros muchos están a la espera de este tipo de deslices para echar por tierra todos los logros de su gobierno. Incluidos los de comunicación.

domingo, 11 de marzo de 2007

Las expectativas del gobierno

Reconozco que asistí a la manifestación de ayer con cautela y con todas mis reservas. Siempre que había asistido a una lo había hecho para honrar la memoria de las víctimas del terrorismo, verdaderos mártires y héroes de nuestra patria; pero ayer (lo reconozco) acudí a dar mi apoyo al jefe de un partido político del que ni siquiera soy votante. Iba, pues, con la escopeta cargada, sobre todo sabiendo que el manifiesto final iba a correr por cuenta de Mariano Rajoy, dispuesto a cazarle en cualquier desliz que pudiera cometer, para sacarle los colores desde esta página. Pero sucedieron varias cosas que me hicieron cambiar de opinión.

En primer lugar, y a pesar de lo que diga la Delegación del Gobierno en Madrid, me encontré con una cantidad de gente como nunca antes en mi vida había visto. No es una exageración. Hablo de corazón cuando digo que una inmensa marea humana teñida de rojo y amarillo llenaba las calles hasta donde la vista alcanzaba. Y no sólo las calles por donde discurría la manifestación: la calle de Alcalá y el paseo de Recoletos se quedaban tan pequeñas para acoger a los manifestantes, que éstos comenzaron a copar las calles aledañas: Serrano, Alfonso XII, Goya, Génova... tomadas por todos aquellos que queríamos llegar a la plaza de Colón y veíamos que por el recorrido oficial no llegaríamos nunca. Toda esta gente no acudía a un mitin. Toda esta gente no acudía a llevar en volandas a Mariano Rajoy hasta la Moncloa. Esta gente acudía para mostrar su indignación por una decisión que, más que injusta, consideraban profundamente inmoral.

En segundo lugar porque, en el discurso final, Rajoy dejó de lado su blandenguería habitual y dijo exactamente lo que la gente quería escuchar. Tras un comienzo titubeante en que parecía que estaba en el Parlamento, criticando a Zapatero (
Quien cede una vez ante ellos se condena a seguir cediendo, [...] El gobierno está cogido en una trampa en la que él mismo se ha metido y de la que no sabe salir [...] Está en un callejón sin salida y debe rectificar) acabó conectando con los allí reunidos, haciéndonos ver que nuestro esfuerzo sí es útil, que somos nosotros, y no un partido político, la voz de la calle y de la ciudadanía. Y, sobre todo, se mostró como un representante político que dice lo que piensa la gente, y no al revés. Infundió ánimos entre los congregados y nos animó a no desfallecer en nuestra misión de demostrar que la mayoría de los españoles estamos indignados con la ignominia de este gobierno. Se ganó mi respeto (aunque sólo sea por un día) cuando se convirtió en el primer político en mucho tiempo que se atreve a gritar ¡Viva España! en público. A ver lo que le dura.

Y en tercer lugar, porque, al regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido, a la hora de las noticias, la televisión me devolvió a la cruda realidad. Además de no dar crédito a las cifras de participación proporcionadas por la Delegación del Gobierno, me encuentro con el Secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, diciendo que la manifestación había tenido un resultado "por debajo de las expectativas" del PP. No pensaba lo mismo María Dolores de Cospedal, que comentaba a una conocida suya que la manifestación había sido "un éxito", ni José Piqué, que llevaba la satisfacción pintada en su rostro. Pero a lo mejor es que Fernando Moraleda sabe mejor que el PP cuáles son sus expectativas.

Parece mentira lo rápido que se acostumbra uno a lo bueno. Llevaba ya un tiempo sin saber de este personaje, incapaz de hacerle sombra a Diego López Garrido, José Blanco o al propio Alfredo Pérez Rubalcaba, y no lo echaba de menos, pero parece que lo han resucitado para la guardia del sábado. O sea, que no se cumplieron las expectativas del PP, ¿verdad, señor Moraleda? ¿Y cuáles eran, si es que se pueden saber, esas expectativas? Porque parece que usted las conoce mejor que nadie. Porque, si no es eso, lo único que se me ocurre es que, tras sus palabras sólo se encontraba el deseo de reírse y ridiculizar a todos los que se oponen a su política. ¿No se han cumplido las expectativas del Partido Popular, señor Moraleda? ¿O será que las que no se han cumplido son las expectativas del Gobierno?

¿Cuánto tiempo vamos a estar reduciendo las manifestaciones a una competición por batir el récord Guinness de participantes? ¿Cuánto tiempo tendremos que aguantar a este gobierno haciendo de oposición de la oposición? El señor Moraleda, y en general todo el Partido Socialista, llevan tres años dando consejos al Partido Popular sobre cómo hacer oposición. Al final va a resultar que son unos expertos en oposición, y por eso son tan ineptos para gobernar.

Pues nada, ¡que vuelvan a la oposición!

martes, 6 de marzo de 2007

Usted no está para eso

Finalmente, Mariano Rajoy ha convocado una manifestación.

Tras haber amagado hace días (
En su momento diré a los españoles cuándo les convoco y a qué les convoco), parece que se ha decidido, y nos ha convocado a una gran manifestación por las calles de Madrid, para que los ciudadanos normales y sensatos expresen su disconformidad con la medida que ha puesto en la calle al asesino irredento de veinticinco personas.

Pues, señor Rajoy, llega usted tarde porque, aunque crea que, como decía Fraga, la calle es suya, lo cierto es que la perdió hace tiempo. Y la ha perdido porque la ha despreciado. Porque cada vez que ha convocado a la ciudadanía a lo largo de la primera parte de esta legislatura, han sido convocatorias de concentraciones en lugares pequeños (como la Puerta del Sol), por miedo a que los ciudadanos no respondiésemos y a quedar en evidencia.

Tuvieron que venir los movimientos cívicos como la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua o el Foro de la Familia para demostrar que, cuando un gobierno legisla de forma injusta, la gente sale a la calle, aunque sea de derechas. Tuvieron que venir estas asociaciones para demostrarle a usted, señor Rajoy, que se puede sacar a la calle a más de un millón de personas sin ser de izquierdas.

Ahora juega sobre seguro, señor Rajoy. Sabe que la ciudadanía no le va a defraudar. Pero se equivoca de nuevo. No saldremos a manifestarnos el próximo sábado porque usted nos convoque. Saldremos porque es nuestra obligación, porque es la única forma de que se oiga nuestra voz. Y habríamos salido aunque usted no nos hubiese convocado. Hemos aprendido a movernos sin la necesidad de tener a un partido político detrás. Pero entonces, ¿de qué sirve usted, señor Rajoy?

Su misión no es convocar a la ciudadanía a una gran manifestación. Eso podemos hacerlo solos (y, de hecho, es lo que hemos venido haciendo durante los tres últimos años). Su misión es plantar batalla allí donde los ciudadanos no podemos llegar; en el Congreso de los Diputados, en el Parlamento Europeo, en los Tribunales de Justicia, en su propio partido.

Su obligación es que se le oiga en el Parlamento. Si todos los grupos afines al Gobierno han vetado cualquier intento de exigir que Zapatero dé explicaciones en las Cortes, plantee una moción de censura. La va a perder, de acuerdo, pero obligará a Zapatero a rendir cuentas ante los españoles. Y, cuando todo el grupo socialista en pleno vote en contra de la moción de censura, se dará cuenta de que no puede tender la mano a esos
socialistas de bien que existen en el seno del PSOE, porque al final, por muy de bien que sean, votarán a favor de lo que les diga su jefe. Y así, señor Rajoy, además, se enterará de una vez de que no hay socialistas de bien.

Su obligación es desenmascarar a Zapatero. Romper el acuerdo tácito de que un gobierno sólo puede cesar por dimisión o por celebración de elecciones. Aplique el artículo 102 de la Constitución y exija la destitución de Zapatero por Alta Traición. Sólo necesita el 25% de los escaños para plantearlo, y la mitad más uno para ganarlo, ¿lo sabía?

Su obligación es desmarcarse ABSOLUTAMENTE de este grupo de traidores. A gran parte de los españoles se nos revuelven las tripas cada vez que le oímos decir que si el gobierno cambia su política antiterrorista, ustedes estarán allí, para apoyarles sin fisuras. ¿Cuántas traiciones hacen falta para que se enteren de que no son de fiar? No confíen en ellos hasta que haya habido una renovación completa en el PSOE. ¿O es que pensaba que iban a poder entenderse con el portavoz del gobierno de los GAL?

Y, por último, su obligación es poner orden en su partido. Una cosa es que se sientan acomplejados por ser de derechas y otra es dejar ideológicamente huérfanos a casi diez millones de electores (ciudadanos somos muchos más). Metan en vereda de una vez por todas a personajes como Gallardón o Piqué, y si no se encuentran cómodos en la derecha, que se vayan, que seguro que considerarán mejores compañeros de partido a López Garrido o a Arturo Mas.

En fin, señor Rajoy, que manifestarse es uno de los más poderosos métodos que tenemos los ciudadanos para hacer oír nuestra voz, pero usted no está para eso. Usted está para algo más. Y si no es capaz de asumir sus responsabilidades, señor Rajoy, a lo mejor, es que el que está sobrando es usted.

domingo, 4 de marzo de 2007

Aprendiendo a andar

Bienvenidos todos.

Acaba de nacer un nuevo blog. ¡Qué noticia! Si tuviera que merecer un premio, desde luego que no sería a la originalidad. A mi edad, y después de siete años trabajando en informática, no es originalidad lo que se necesita para comenzar a escribir en un blog, sino muy poca vergüenza y una idea más o menos difusa de que seré capaz de plasmar con regularidad ideas o comentarios que sean útiles a alguien.

Esa, quizás, puede ser una de las razones que me han hecho decidirme a comenzar a escribir. Pero no es la única. Necesitaba también un método para almacenar todas las ideas que, día a día se almacenaban en mi cabeza; ideas que surgían sin previo aviso tras la lectura de una noticia en la prensa, tras una conversación con los amigos, escuchando una frase furtiva que se dice en el tren, de camino al trabajo... Son esas ideas que vas rumiando durante un par de horas, intentando depurarlas, pulirlas, intentando crear un razonamiento aceptable para defenderlas cuando , en la próxima conversación, alguien saque ese tema de conversación. Pero nadie lo saca. Y te sientas delante del ordenador, y te pones a programar de nuevo, en el mismo punto en que lo dejaste ayer, y el razonamiento desaparece, hasta que oyes otra noticia, lees otro artículo, captas otra frase, y una nueva idea te viene a la cabeza, y te creas un nuevo razonamiento...

Ha influido también el hecho de que, aunque ya tiene sus años, me he encontrado con el fenómeno blog anteayer, como quien dice. La lectura de los periódicos digitales, y, más específicamente de los blogs de algunos de sus colaboradores, me han mostrado de forma muy directa, primero qué es un blog; después, cual es la potencia que tiene un blog para expresar ideas y recibir las opiniones de los lectores.

Finalmente, aquello que me ha hecho dar el paso definitivo ha sido Google, que prácticamente me ha puesto mi blog delante de las narices. Gracias, por tanto, por haberme abierto la puerta.

¿Qué os vais a encontrar en estas páginas? De todo. No voy a hacer ascos a ningún tema. Ahora bien, no esperéis las habituales diatribas políticamente correctas. No esperéis que defienda lo que honestamente considero indefendible, y que mantenga tesis que chocan con mis convicciones simplemente porque están de moda o porque a alguien le hagan sentir mejor. El nombre del blog creo que lo dice todo. Porque nadar a contracorriente puede que sea mucho más complicado, pero evitarás que el río te estrelle contra las piedras.

No espero que este rincón sea el centro de nada, ni que se convierta en el foro donde se decidirá el próximo movimiento ciudadano que cambiará el rumbo de la historia. Es un sitio que nace con pequeñas pretensiones: intercambiar ideas, enriquecernos mutuamente, y pasar un rato agradable discutiendo las opiniones de cada uno. Por ello, todas las ideas son bienvenidas. No habrá nada que censurar. Todo podrá ser discutido y ninguna idea es, de por sí, censurable. Si alguien opina que cualquier opinión vertida en este sitio ofende sus sentimientos, ideales o convicciones (o los de otros), le invito con todo el respeto a que abandone el blog. Esa es toda la censura que se aplicará.

Así que, dicho lo dicho, comencemos a andar. No va a ser fácil. De todas formas, estoy convencido de que mejoraré con el tiempo. Espero que os guste y os animo a participar. Bienvenidos.

Paradus