viernes, 30 de marzo de 2007

La bandera de Franco

A nadie puede pasar desapercibida la tendencia reciente a la utilización de símbolos que parecían relegados, o incluso definitivamente desechados. Me refiero a símbolos en pricipio tan inocuos como la bandera española y el himno, y a otros más conflictivos, como el escudo anticonstitucional, franquista o, directamente el pollo o la gallina, que de todas esas formas es conocido.

La bandera española había sido olvidada, relegada a las fachadas de algunos edificios oficiales, quizás como pago o tributo a los partidos nacionalistas, que tanta alergia tienen a la enseña rojigualda. En su lugar florecieron multitud de banderas autonómicas, algunas con tanta historia como la aragonesa o la navarra, y otras tan estúpidas e innecesarias como la madrileña.

El himno parecía reservado para actos castrenses y deportivos, y eso cuando no nos lo cambiaban por el himno de Riego, tocado por un horroroso cornetín en una pista de tenis australiana. Supongo que la ausencia de una letra para las notas del maestro Pérez Casas nos hacía bajar la vista con vergüenza, esperando que, por esta vez, pusiesen la versión corta, o, como mucho, si el ambiente era lo suficientemente festivo, lo acompañásemos del popular
lo, lo, lo, lo...

Pero el proceso de desmembración de España parece que ha empujado a mucha gente en la dirección contraria. Reclaman lo que es suyo, y así, comienzan a lucirse sin pudor banderas de España por doquier: en los coches, en los hombros, en las muñecas, en las manifestaciones... Nos llamaron fascistas por lucir nuestra bandera, y, lejos de ceder al chantaje y callar, como hasta hace bien poco, buscamos la respuesta: ¿Por qué soy un fascista por usar la bandera de mi país?

Y una vez roto el primer tabú, hubo quienes decidimos que nos gustaba el escudo con el águila de San Juan (
Joder, ya me he metido de nuevo en el blog de un puto facha) y nos llamaron otra vez fascistas. Y volvimos a preguntar: ¿Por qué soy un fascista por usar el escudo con el águila? Y esta vez ya no sirvió el argumento de que ese escudo era preconstitucional o anticonstitucional, porque descubrimos que la constitución no regula el escudo. Y descubrimos que no es el escudo de Franco, ya que se usó antes, durante y después del régimen de Franco, ya que el actual se aprobó en 1981. Y comprobamos que su uso ni siquiera es ilegal, ya que la ley sólo regula su uso en instancias oficiales.

Pero antes vivíamos estupendamente con el escudo real, ¿Por qué tanta gente hemos decidido de repente que nos gusta más el escudo antiguo? Y me viene a la cabeza la profunda urticaria que le produce a la progresía todo aquello que recuerde a Franco, y pienso: ¿será sólo por meterle el dedo en el ojo a Zapatero y darle un golpe virtual con la bandera de Franco?

O a lo mejor es que siete años intentando convencernos de que somos la extrema derecha han dado sus frutos, y nos lo hemos acabado creyendo. Por lo tanto, habrá que comenzar a comportarse como tal, empezando por utilizar la bandera de Franco. Que es la actual.

La que no es actual, ni legal, ni constitucional, desde luego, es la funesta tricolor.

viernes, 16 de marzo de 2007

Política y publicidad

Siempre he sido de la opinión de que a la derecha no le basta con hacer las cosas bien para no ser criticada. Necesita algo más, al carecer de la "legitimidad política" que sí posee la izquierda. Ésta puede aferrarse al poder sin solucionar ni uno sólo de los problemas de los ciudadanos, y será la derecha la que tenga que dar razones a los votantes para que la izquierda no siga gobernando. La derecha, sin embargo, puede llevar a un territorio a cotas de progreso y prosperidad como nunca habían conocido, y aun así, tendrá que seguir justificándose y elaborando campañas de información para tratar de convencer a los ciudadanos de que es conveniente que sigan en el poder.

La derecha, por tanto, necesita de una ingente cantidad de propaganda y publicidad para, primero, llegar al poder, y luego, mantenerlo. El problema es que la derecha nunca ha dominado el arte de la comunicación. Y por eso gobierna en tan pocos sitios, y durante tan poco tiempo; el tiempo justo de solucionar los principales problemas de una zona para que, de inmediato, la izquierda regrese a dilapidar sus logros.

El Partido Popular, en España, no ha sido ninguna excepción. De otra forma no se explica cómo pudo mantenerse en el poder durante catorce años el que ha sido, probablemente y en todos los sentidos, uno de los partidos políticos más corruptos de Europa. Pero en los últimos tiempos habían aparecido signos que permitían pensar en un cambio en la tendencia.

Tras la llegada de Esperanza Aguirre al gobierno de la Comunidad de Madrid, parecía que el desplome de la derecha en la región era un hecho. Una político que llegaba con el aura de, como mínimo, simple (
¿Qué tal, majete?), tras una etapa oscura en el Ministerio de Educación, y con un escándalo de supuesta corrupción en la elección de la presidencia del Parlamento de la Comunidad (el famoso Tamayazo), hacía pensar que el Partido Socialista tenía el camino allanado para sacar los colores por muchos años al partido conservador.

Sin embargo, con una estrategia comunicadora sin precedentes en toda la historia reciente de España, haciendo uso de todos los medios de comunicación (tanto públicos como privados), y recurriendo al debate cara a cara con la oposición (el método, sin dudas, más efectivo y que fue dado de lado sistemáticamente por todos los políticos de la derecha española de los últimos años) el gobierno de la Comunidad de Madrid, no sólo ha conseguido desmontar todos los argumentos de la oposición socialista, sino que ha mostrado sus vergüenzas a toda la ciudadanía que, por una vez, ha empezado a pedir al socialismo una alternativa creíble para merecer el voto. En ese sentido, mi más sincera enhorabuena a la señora Aguirre.

No sólo estoy de acuerdo, sino que apoyo completamente, el uso de los medios de comunicación públicos para informar de los logros del gobierno; de cualquier gobierno: tenemos derecho a saber en qué se gastan nuestros muchos impuestos. No sólo estoy de acuerdo, sino que apoyo completamente, la inserción de mensajes publicitarios en medios de comunicación privados: hay gente que no tiene acceso o simplemente no quiere hacer uso de los públicos. Pero claro, todo tiene un límite.

Ayer llegó a mis manos el resultado de la campaña de información sobre el plan Prisma de Infraestructuras 2006-2007. Aunque esta campaña es, como digo, absolutamente necesaria, este año me ha parecido desproporcionada. Ya no se trata de folletos, ni siquiera de trípticos. Ya no son cuadernillos, ni aun verdaderos libros, como aquellos con los que nos obsequia nuestro querido ayuntamiento. Este año, la Comunidad de Madrid se ha dedicado a buzonear un DVD donde se cantan las excelencias de las inversiones madrileñas, en una serie de mediocres documentales a cargo, al parecer, de la misma productora que llevó a cabo la genial serie "Madrid desde el aire".

¿Piensa la señora presidenta de la Comunidad de Madrid que el grueso de la población madrileña se va a tomar la molestia de perder la media hora que dura el DVD en ver publicidad? ¿Piensa el gobierno de la Comunidad de Madrid que es la mejor forma de llegar a los ciudadanos? ¿Piensa el Partido Popular que el beneficio de la campaña compensa su coste?

Y, si no puedo estar en absoluto conforme con la necesidad de ese gasto, menos apropiada me parece la oportunidad de su realización. Con unas elecciones autonómicas a dos meses vista, seguro que habrá muchos madrileños que consideren este DVD como propaganda electoral (yo, al menos, así lo considero), y, señora presidenta, hacer propaganda electoral con fondos públicos no sólo es ilegal, sino profundamente inmoral (lo que a mi juicio es mucho peor).

Corrija, señora presidenta, la forma de tratar las campañas publicitarias de su gobierno, porque, a pesar de que hay personas que, como yo, son extremadamente indulgentes con usted, otros muchos están a la espera de este tipo de deslices para echar por tierra todos los logros de su gobierno. Incluidos los de comunicación.

domingo, 11 de marzo de 2007

Las expectativas del gobierno

Reconozco que asistí a la manifestación de ayer con cautela y con todas mis reservas. Siempre que había asistido a una lo había hecho para honrar la memoria de las víctimas del terrorismo, verdaderos mártires y héroes de nuestra patria; pero ayer (lo reconozco) acudí a dar mi apoyo al jefe de un partido político del que ni siquiera soy votante. Iba, pues, con la escopeta cargada, sobre todo sabiendo que el manifiesto final iba a correr por cuenta de Mariano Rajoy, dispuesto a cazarle en cualquier desliz que pudiera cometer, para sacarle los colores desde esta página. Pero sucedieron varias cosas que me hicieron cambiar de opinión.

En primer lugar, y a pesar de lo que diga la Delegación del Gobierno en Madrid, me encontré con una cantidad de gente como nunca antes en mi vida había visto. No es una exageración. Hablo de corazón cuando digo que una inmensa marea humana teñida de rojo y amarillo llenaba las calles hasta donde la vista alcanzaba. Y no sólo las calles por donde discurría la manifestación: la calle de Alcalá y el paseo de Recoletos se quedaban tan pequeñas para acoger a los manifestantes, que éstos comenzaron a copar las calles aledañas: Serrano, Alfonso XII, Goya, Génova... tomadas por todos aquellos que queríamos llegar a la plaza de Colón y veíamos que por el recorrido oficial no llegaríamos nunca. Toda esta gente no acudía a un mitin. Toda esta gente no acudía a llevar en volandas a Mariano Rajoy hasta la Moncloa. Esta gente acudía para mostrar su indignación por una decisión que, más que injusta, consideraban profundamente inmoral.

En segundo lugar porque, en el discurso final, Rajoy dejó de lado su blandenguería habitual y dijo exactamente lo que la gente quería escuchar. Tras un comienzo titubeante en que parecía que estaba en el Parlamento, criticando a Zapatero (
Quien cede una vez ante ellos se condena a seguir cediendo, [...] El gobierno está cogido en una trampa en la que él mismo se ha metido y de la que no sabe salir [...] Está en un callejón sin salida y debe rectificar) acabó conectando con los allí reunidos, haciéndonos ver que nuestro esfuerzo sí es útil, que somos nosotros, y no un partido político, la voz de la calle y de la ciudadanía. Y, sobre todo, se mostró como un representante político que dice lo que piensa la gente, y no al revés. Infundió ánimos entre los congregados y nos animó a no desfallecer en nuestra misión de demostrar que la mayoría de los españoles estamos indignados con la ignominia de este gobierno. Se ganó mi respeto (aunque sólo sea por un día) cuando se convirtió en el primer político en mucho tiempo que se atreve a gritar ¡Viva España! en público. A ver lo que le dura.

Y en tercer lugar, porque, al regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido, a la hora de las noticias, la televisión me devolvió a la cruda realidad. Además de no dar crédito a las cifras de participación proporcionadas por la Delegación del Gobierno, me encuentro con el Secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, diciendo que la manifestación había tenido un resultado "por debajo de las expectativas" del PP. No pensaba lo mismo María Dolores de Cospedal, que comentaba a una conocida suya que la manifestación había sido "un éxito", ni José Piqué, que llevaba la satisfacción pintada en su rostro. Pero a lo mejor es que Fernando Moraleda sabe mejor que el PP cuáles son sus expectativas.

Parece mentira lo rápido que se acostumbra uno a lo bueno. Llevaba ya un tiempo sin saber de este personaje, incapaz de hacerle sombra a Diego López Garrido, José Blanco o al propio Alfredo Pérez Rubalcaba, y no lo echaba de menos, pero parece que lo han resucitado para la guardia del sábado. O sea, que no se cumplieron las expectativas del PP, ¿verdad, señor Moraleda? ¿Y cuáles eran, si es que se pueden saber, esas expectativas? Porque parece que usted las conoce mejor que nadie. Porque, si no es eso, lo único que se me ocurre es que, tras sus palabras sólo se encontraba el deseo de reírse y ridiculizar a todos los que se oponen a su política. ¿No se han cumplido las expectativas del Partido Popular, señor Moraleda? ¿O será que las que no se han cumplido son las expectativas del Gobierno?

¿Cuánto tiempo vamos a estar reduciendo las manifestaciones a una competición por batir el récord Guinness de participantes? ¿Cuánto tiempo tendremos que aguantar a este gobierno haciendo de oposición de la oposición? El señor Moraleda, y en general todo el Partido Socialista, llevan tres años dando consejos al Partido Popular sobre cómo hacer oposición. Al final va a resultar que son unos expertos en oposición, y por eso son tan ineptos para gobernar.

Pues nada, ¡que vuelvan a la oposición!

martes, 6 de marzo de 2007

Usted no está para eso

Finalmente, Mariano Rajoy ha convocado una manifestación.

Tras haber amagado hace días (
En su momento diré a los españoles cuándo les convoco y a qué les convoco), parece que se ha decidido, y nos ha convocado a una gran manifestación por las calles de Madrid, para que los ciudadanos normales y sensatos expresen su disconformidad con la medida que ha puesto en la calle al asesino irredento de veinticinco personas.

Pues, señor Rajoy, llega usted tarde porque, aunque crea que, como decía Fraga, la calle es suya, lo cierto es que la perdió hace tiempo. Y la ha perdido porque la ha despreciado. Porque cada vez que ha convocado a la ciudadanía a lo largo de la primera parte de esta legislatura, han sido convocatorias de concentraciones en lugares pequeños (como la Puerta del Sol), por miedo a que los ciudadanos no respondiésemos y a quedar en evidencia.

Tuvieron que venir los movimientos cívicos como la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua o el Foro de la Familia para demostrar que, cuando un gobierno legisla de forma injusta, la gente sale a la calle, aunque sea de derechas. Tuvieron que venir estas asociaciones para demostrarle a usted, señor Rajoy, que se puede sacar a la calle a más de un millón de personas sin ser de izquierdas.

Ahora juega sobre seguro, señor Rajoy. Sabe que la ciudadanía no le va a defraudar. Pero se equivoca de nuevo. No saldremos a manifestarnos el próximo sábado porque usted nos convoque. Saldremos porque es nuestra obligación, porque es la única forma de que se oiga nuestra voz. Y habríamos salido aunque usted no nos hubiese convocado. Hemos aprendido a movernos sin la necesidad de tener a un partido político detrás. Pero entonces, ¿de qué sirve usted, señor Rajoy?

Su misión no es convocar a la ciudadanía a una gran manifestación. Eso podemos hacerlo solos (y, de hecho, es lo que hemos venido haciendo durante los tres últimos años). Su misión es plantar batalla allí donde los ciudadanos no podemos llegar; en el Congreso de los Diputados, en el Parlamento Europeo, en los Tribunales de Justicia, en su propio partido.

Su obligación es que se le oiga en el Parlamento. Si todos los grupos afines al Gobierno han vetado cualquier intento de exigir que Zapatero dé explicaciones en las Cortes, plantee una moción de censura. La va a perder, de acuerdo, pero obligará a Zapatero a rendir cuentas ante los españoles. Y, cuando todo el grupo socialista en pleno vote en contra de la moción de censura, se dará cuenta de que no puede tender la mano a esos
socialistas de bien que existen en el seno del PSOE, porque al final, por muy de bien que sean, votarán a favor de lo que les diga su jefe. Y así, señor Rajoy, además, se enterará de una vez de que no hay socialistas de bien.

Su obligación es desenmascarar a Zapatero. Romper el acuerdo tácito de que un gobierno sólo puede cesar por dimisión o por celebración de elecciones. Aplique el artículo 102 de la Constitución y exija la destitución de Zapatero por Alta Traición. Sólo necesita el 25% de los escaños para plantearlo, y la mitad más uno para ganarlo, ¿lo sabía?

Su obligación es desmarcarse ABSOLUTAMENTE de este grupo de traidores. A gran parte de los españoles se nos revuelven las tripas cada vez que le oímos decir que si el gobierno cambia su política antiterrorista, ustedes estarán allí, para apoyarles sin fisuras. ¿Cuántas traiciones hacen falta para que se enteren de que no son de fiar? No confíen en ellos hasta que haya habido una renovación completa en el PSOE. ¿O es que pensaba que iban a poder entenderse con el portavoz del gobierno de los GAL?

Y, por último, su obligación es poner orden en su partido. Una cosa es que se sientan acomplejados por ser de derechas y otra es dejar ideológicamente huérfanos a casi diez millones de electores (ciudadanos somos muchos más). Metan en vereda de una vez por todas a personajes como Gallardón o Piqué, y si no se encuentran cómodos en la derecha, que se vayan, que seguro que considerarán mejores compañeros de partido a López Garrido o a Arturo Mas.

En fin, señor Rajoy, que manifestarse es uno de los más poderosos métodos que tenemos los ciudadanos para hacer oír nuestra voz, pero usted no está para eso. Usted está para algo más. Y si no es capaz de asumir sus responsabilidades, señor Rajoy, a lo mejor, es que el que está sobrando es usted.

domingo, 4 de marzo de 2007

Aprendiendo a andar

Bienvenidos todos.

Acaba de nacer un nuevo blog. ¡Qué noticia! Si tuviera que merecer un premio, desde luego que no sería a la originalidad. A mi edad, y después de siete años trabajando en informática, no es originalidad lo que se necesita para comenzar a escribir en un blog, sino muy poca vergüenza y una idea más o menos difusa de que seré capaz de plasmar con regularidad ideas o comentarios que sean útiles a alguien.

Esa, quizás, puede ser una de las razones que me han hecho decidirme a comenzar a escribir. Pero no es la única. Necesitaba también un método para almacenar todas las ideas que, día a día se almacenaban en mi cabeza; ideas que surgían sin previo aviso tras la lectura de una noticia en la prensa, tras una conversación con los amigos, escuchando una frase furtiva que se dice en el tren, de camino al trabajo... Son esas ideas que vas rumiando durante un par de horas, intentando depurarlas, pulirlas, intentando crear un razonamiento aceptable para defenderlas cuando , en la próxima conversación, alguien saque ese tema de conversación. Pero nadie lo saca. Y te sientas delante del ordenador, y te pones a programar de nuevo, en el mismo punto en que lo dejaste ayer, y el razonamiento desaparece, hasta que oyes otra noticia, lees otro artículo, captas otra frase, y una nueva idea te viene a la cabeza, y te creas un nuevo razonamiento...

Ha influido también el hecho de que, aunque ya tiene sus años, me he encontrado con el fenómeno blog anteayer, como quien dice. La lectura de los periódicos digitales, y, más específicamente de los blogs de algunos de sus colaboradores, me han mostrado de forma muy directa, primero qué es un blog; después, cual es la potencia que tiene un blog para expresar ideas y recibir las opiniones de los lectores.

Finalmente, aquello que me ha hecho dar el paso definitivo ha sido Google, que prácticamente me ha puesto mi blog delante de las narices. Gracias, por tanto, por haberme abierto la puerta.

¿Qué os vais a encontrar en estas páginas? De todo. No voy a hacer ascos a ningún tema. Ahora bien, no esperéis las habituales diatribas políticamente correctas. No esperéis que defienda lo que honestamente considero indefendible, y que mantenga tesis que chocan con mis convicciones simplemente porque están de moda o porque a alguien le hagan sentir mejor. El nombre del blog creo que lo dice todo. Porque nadar a contracorriente puede que sea mucho más complicado, pero evitarás que el río te estrelle contra las piedras.

No espero que este rincón sea el centro de nada, ni que se convierta en el foro donde se decidirá el próximo movimiento ciudadano que cambiará el rumbo de la historia. Es un sitio que nace con pequeñas pretensiones: intercambiar ideas, enriquecernos mutuamente, y pasar un rato agradable discutiendo las opiniones de cada uno. Por ello, todas las ideas son bienvenidas. No habrá nada que censurar. Todo podrá ser discutido y ninguna idea es, de por sí, censurable. Si alguien opina que cualquier opinión vertida en este sitio ofende sus sentimientos, ideales o convicciones (o los de otros), le invito con todo el respeto a que abandone el blog. Esa es toda la censura que se aplicará.

Así que, dicho lo dicho, comencemos a andar. No va a ser fácil. De todas formas, estoy convencido de que mejoraré con el tiempo. Espero que os guste y os animo a participar. Bienvenidos.

Paradus