miércoles, 11 de abril de 2012

Recortes y repagos


Reconozco que la habilidad de la progresía para la propaganda deja a la derecha a la altura del betún. En cuanto acuñan un nuevo término, bastan un par de días para que los medios afines la distribuyan por todo el país, y ya la tenemos anclada en el inconsciente colectivo, que diría Jung. Sin ningún tipo de análisis, ni reflexión, ni criterio, el nuevo mantra comienza a ser repetido por derechas e izquierdas y se convierte en verdad universal, lo que lleva a la hoguera inquisitorial a quien se atreva a discrepar.

Ya hablé en este foro hace un tiempo de los “Recortes”. Palabro afortunadísimo que sacó la progresía en el momento justo para intentar asustar al electorado sobre una más que previsible victoria electoral del PP. Desde ese momento, todo lo que pasaba en España era consecuencia de los recortes, o se consideraba un recorte en sí mismo. Así, que un profesor diese una hora de clase más a la semana era un recorte en educación; la apertura de un hospital era un recorte en sanidad y una disminución del paro era un recorte en las prestaciones por desempleo. De la misma forma, cada accidente, cada incendio, cada muerte y cada hecho desagradable han pasado a ser consecuencia de los recortes.

Como ya expuse en su momento, el verdadero recorte es quedarse en el paro, renunciar a unas vacaciones o ver mermado el sueldo cada mes por una subida de impuestos. Pero nos hemos acostumbrado a un nivel de vida al que parece que no estamos dispuestos a renunciar. Da la sensación de que nuestro “Estado del Bienestar” es el mejor que podemos tener, y que cualquier cambio en él es, necesariamente, un recorte.

Por otro lado, últimamente hemos asistido a la eclosión de un nuevo mantra: el “Repago”, usado en sustitución de copago. Lo comentó un político, lo difundió algún medio de comunicación, y, en cuestión de un par de semanas, ya lo está utilizando todo el mundo.

El término copago se utiliza desde hace tiempo, y está establecido en el ámbito médico para definir la parte de la asistencia sanitaria de la que no se hace cargo la aseguradora y debe, por tanto, ser sufragada por el asegurado. Es un modo de reducir la prima de un seguro médico que es voluntariamente aceptado (o incluso elegido) por gran cantidad de personas, ya que les permite reducir sus gastos en caso de no necesitar los servicios sanitarios.

Pero la situación cambia drásticamente cuando este concepto intenta exportarse a la sanidad pública. Por arte de birlibirloque, aquello que tenía una utilidad y era apetecido por los consumidores pasa a convertirse en un recorte de derechos intolerable; en ese momento, un político afirma que, ya que los ciudadanos están pagando por ese servicio, no debería llamarse copago, sino repago, y ya tenemos montada la algarabía general.

Tenemos en demasiada estima a los impuestos que pagamos. Es cierto que son muchos, pero, como decía antes, nos hemos acostumbrado a un nivel de vida que es imposible pagar con lo que recauda el estado, y estamos tan cegados por el brillo del “Estado del Bienestar” que no somos capaces de verlo. A ver cuándo somos capaces de darnos cuenta de que, con los impuestos que pagamos, no se cubre todo lo que gastamos en sanidad, ni en educación, ni en transportes, ni en pensiones, ni en seguros de desempleo. Si el sistema sigue funcionando es porque, en parte, hay más aportantes al sistema que solicitantes de servicios, y, en parte, porque el Estado lleva años hipotecándose, pidiendo a los “malvados especuladores” aquello que sabe que no será capaz de pagar.

Actualmente, debido al drama del desempleo, la situación ha cambiado, pero, no hace demasiado, mucha gente decidía agotar su prestación por desempleo antes de comenzar a buscar un nuevo trabajo. Era su “derecho”. Habían pagado con sus cotizaciones esa prestación y no estaban dispuestos a renunciar a ella. Nunca conocí a nadie que se hubiese tomado la molestia de sumar el dinero que cotizó durante su vida laboral y comprobar a cuántos meses de sueldo correspondían. Es más gratificante vivir en el mundo del gratis total; en ese mundo en el que ya hemos pagado por todos los servicios que hemos de recibir, y cualquier aportación adicional es un “repago”.

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