Pues sí. Parece ser que apretarse el cinturón se está convirtiendo en la panacea para salir airosos de esta crisis-que-no-es-crisis. Y no sólo por parte del gobierno: desde casi cualquier ámbito se está recomendando la austeridad como solución. Es evidente: como la culpa de la crisis no la tenemos nosotros, sino que ha sido creada por Estados Unidos con la guerra de Irak y las hipotecas subprime, no podemos hacer nada para intentar corregirla. Sólo podemos tener confianza y sentarnos a esperar que escampe. ¡Ah! Y apretarnos el cinturón, que en estas circunstancias, el consumismo feroz sólo puede alimentar el fuego.
Veamos; desde hace ya años se venía asumiendo que el modelo de crecimiento económico de España estaba totalmente desequilibrado, porque no producía riqueza. Entonces, ¿cómo era capaz de crecer a un ritmo de alrededor del 4%? Apoyándose en tres patas: Construcción (fundamentalmente de vivienda residencial), consumo privado, y financiación exterior (que proporciona el dinero para las otras dos) principalmente mediante la compra de deuda pública. Estas tres patas son fruto de la ilusión de un dinero barato y abundante creado por unos tipos de interés extraordinariamente bajos.
La crisis financiera que nos tiene a todos en vilo ha incidido directamente sobre el primer y tercer pilar del crecimiento español: la falta de confianza y un dinero cada vez más caro han cortado de raíz la entrada de financiación en España, lo que nos ha llevado a una crisis de liquidez que ha hecho que, en primer lugar, los bancos se hayan vuelto súbitamente muy escrupulosos a la hora de conceder créditos, y en segundo lugar, que las empresas constructoras tengan problemas muy serios a la hora de encontrar financiación para construir las viviendas, e incluso para terminar las que ya están empezadas.
Con la entrada de capital congelada y la construcción en K.O. técnico, la única pata que podría mantener nuestra economía al ralentí es el consumo privado. La austeridad podría ser una salida, siempre y cuando el dinero ahorrado pudiese ir destinado a la financiación empresarial vías fondos de inversión o aumento de la liquidez bancaria mediante depósitos. Pero el tratamiento fiscal del ahorro en España es tan desfavorable para el ahorrador que todo apunta a que ese dinero se quedaría guardado bajo el colchón, perdiendo valor mes a mes con una inflación que supera ya holgadamente el 5%.
Por lo tanto, lo mejor que se puede hacer en estos momentos (siempre dentro de las posiblidades de cada cual) es, precisamente, consumir. Porque los efectos de apretarse el cinturón ya los estamos viviendo: empresas de automóviles que despiden trabajadores, agencias de viajes que cierran, negocios que van a la quiebra... Todo ello se traduce en lo mismo: más paro; por consiguiente, más dinero empleado en el seguro de desempleo, menos cotizantes para hacerse cargo de las pensiones y de la sanidad, lo que lleva a más carga fiscal para los que han tenido la suerte de no quedarse sin empleo.
Consumiendo, las empresas tienen una vía alternativa de financiación (la venta de sus productos). Es seguro que ésto, por sí sólo, no vaya a sacarnos de la crisis, pero por lo menos nos mantendrá a flote hasta que cambien las tornas.
Los que tienen que apretarse el cinturón son las administraciones públicas, reduciendo su tamaño, eliminando ministerios inservibles (se me ocurren, de momento, dos) y reduciendo la carga fiscal sobre las familias y las empresas. Ésto, y no la austeridad de los ciudadanos, es lo que nos sacará de la crisis.
Veamos; desde hace ya años se venía asumiendo que el modelo de crecimiento económico de España estaba totalmente desequilibrado, porque no producía riqueza. Entonces, ¿cómo era capaz de crecer a un ritmo de alrededor del 4%? Apoyándose en tres patas: Construcción (fundamentalmente de vivienda residencial), consumo privado, y financiación exterior (que proporciona el dinero para las otras dos) principalmente mediante la compra de deuda pública. Estas tres patas son fruto de la ilusión de un dinero barato y abundante creado por unos tipos de interés extraordinariamente bajos.
La crisis financiera que nos tiene a todos en vilo ha incidido directamente sobre el primer y tercer pilar del crecimiento español: la falta de confianza y un dinero cada vez más caro han cortado de raíz la entrada de financiación en España, lo que nos ha llevado a una crisis de liquidez que ha hecho que, en primer lugar, los bancos se hayan vuelto súbitamente muy escrupulosos a la hora de conceder créditos, y en segundo lugar, que las empresas constructoras tengan problemas muy serios a la hora de encontrar financiación para construir las viviendas, e incluso para terminar las que ya están empezadas.
Con la entrada de capital congelada y la construcción en K.O. técnico, la única pata que podría mantener nuestra economía al ralentí es el consumo privado. La austeridad podría ser una salida, siempre y cuando el dinero ahorrado pudiese ir destinado a la financiación empresarial vías fondos de inversión o aumento de la liquidez bancaria mediante depósitos. Pero el tratamiento fiscal del ahorro en España es tan desfavorable para el ahorrador que todo apunta a que ese dinero se quedaría guardado bajo el colchón, perdiendo valor mes a mes con una inflación que supera ya holgadamente el 5%.
Por lo tanto, lo mejor que se puede hacer en estos momentos (siempre dentro de las posiblidades de cada cual) es, precisamente, consumir. Porque los efectos de apretarse el cinturón ya los estamos viviendo: empresas de automóviles que despiden trabajadores, agencias de viajes que cierran, negocios que van a la quiebra... Todo ello se traduce en lo mismo: más paro; por consiguiente, más dinero empleado en el seguro de desempleo, menos cotizantes para hacerse cargo de las pensiones y de la sanidad, lo que lleva a más carga fiscal para los que han tenido la suerte de no quedarse sin empleo.
Consumiendo, las empresas tienen una vía alternativa de financiación (la venta de sus productos). Es seguro que ésto, por sí sólo, no vaya a sacarnos de la crisis, pero por lo menos nos mantendrá a flote hasta que cambien las tornas.
Los que tienen que apretarse el cinturón son las administraciones públicas, reduciendo su tamaño, eliminando ministerios inservibles (se me ocurren, de momento, dos) y reduciendo la carga fiscal sobre las familias y las empresas. Ésto, y no la austeridad de los ciudadanos, es lo que nos sacará de la crisis.
4 comentarios:
He visto que tienes un link en tu interesante blog al de Federico Jiménez Losantos. Como curiosidad te comentaré que tiene otra dirección web, www.lasexta.tv. No sé cómo ha llegado hasta ahi pero tiene bemoles el asunto. Un saludo liberal.
Gracias por el aviso, anónimo, pero no te entiendo bien. ¿Quieres decir que han cambiado la dirección original por la de la sexta? Si es así, el cambio ya se ha revertido, porque ahora mismo el link es correcto.
Jejeje, no, sólo decía que han "ciberokupado" ese sitio de La Sexta con el blog de Federico. No sé si los socialistas de La Sexta lo sabrán, pero creo que si se enteran no les hará ninguna gracia :) Simplente lo he comentado por compartirlo, qué menos después de todos los artículos que nos escribes!!! Un saludo.
¡¡¡Me parto!!!
¿Y en todo el día no han tenido tiempo de rehacer la página? Deben de estar faltos de presupuesto. A ver si el Gobierno les concede alguna televisión de pago, o algo, para que puedan contratar a un informático...
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