sábado, 24 de mayo de 2008

Paranoias

Reconozco que este blog "se me ha ido de las manos". Había nacido como un sitio en el que poder hablar de ideologías, de economía, de libertad, de cambio climático... Pero la actualidad es tozuda, y los gobernantes que nos han tocado en suerte y sus amigos de la oposición no dejan de dar excusas para estar pendientes de ellos. De esta forma, un blog en el que debería haber dado rienda suelta a mis ideas se ha convertido en un sitio en el que criticar a los políticos profesionales que controlan nuestras vidas.

Esta semana, evidentemente, no ha sido una excepción. El motivo, sin embargo, parecía una buena noticia, una de esas que desearías oír todas las semanas: fuerzas de la Guardia Civil y de la Policía francesa detuvieron a la cúpula de ETA, incautándose además de abundante documentación y armas. Vaya por delante mi más sincera felicitación a la Guardia Civil, que tan buenos servicios ha prestado a España en la lucha contra ETA, y que tanta sangre le ha costado. Pero a mí, que debo de ser un paranoico compulsivo (yo tampoco creo que los atentados del 11-M los perpetrasen cuatro moritos traficantes y un tarado) esta noticia me olió mal desde el principio.

Y es que, justo el día anterior, Zapatero se reunió con Ibarreche en la Moncloa, y, si es cierta la escenificación de las ruedas de prensa posteriores, terminaron a tortas. Así, parecería que el Gobierno estuvo retrasando la operación hasta ver si se llegaba a un acuerdo con el Lehendakari; al no conseguirlo, se dio la orden de detener a los etarras, con las cámaras de TVE en primera fila, no fuese a ser que la operación pasase desapercibida.

También podría ser que el desencuentro de la reunión fuese absolutamente fingido: al PSOE no le interesa que la ciudadanía le vea tan próximo al nacionalismo violento, así que escenifican una ruptura y esa misma noche, con el acuerdo del gobierno vasco, detienen a la cúpula de ETA con las cámaras de TVE en primera fila, no vaya a ser que la gente piense que este gobierno no lucha contra ETA.

Y también podría ser que no fuese ninguna de estas dos, pero en este caso, ¿a qué vienen las declaraciones de Pachi López pidiendo un referéndum vinculante avalado por el Estado?

Me estoy volviendo un paranoico, pero es que hay situaciones que, de otra manera, se vuelven inexplicables.

La semana que viene, si me dejan, hablaré de la prohibición de la tenencia de armas (aunque, tal y como están las cosas, tengo pocas esperanzas)

domingo, 11 de mayo de 2008

Del enemigo el consejo

Bebiendo un perro en el Nilo
al mismo tiempo corría;
-Bebe quieto -le decía

un taimado cocodrilo.
Díjole el perro, prudente:
-Dañoso es beber y andar
¿Pero, es sano el aguardar
a que me claves el diente?.
¡Oh, qué docto perro viejo!
Yo venero tu sentir
en esto de no seguir
del enemigo el consejo.

Aquello que tenía tan presente Félix María de Samaniego en el siglo XVIII no parece haber hecho demasiada mella en el ánimo de Mariano Rajoy. Como muchos veníamos avisando, una vez que se acercaron las elecciones generales el presidente del PP fue, paulatinamente, abandonando las líneas ideológicas del grueso de su base social para acercarse a ese centrismo del que tanta gala hace.

Porque ni siquiera dejar a Gallardón fuera de las listas al Congreso lo libró de esa línea: muchos vimos esa maniobra únicamente como una excusa para taponar la influencia de Esperanza Aguirre en el programa electoral. El desarrollo de la campaña y los movimientos producidos en el partido tras las elecciones nos han venido a dar la razón. La campaña se centró en la economía y no se tocó ni uno solo de los temas que supuestamente deberían alimentar la línea doctrinal del PP. Ni medidas para paliar la estatalización de la sociedad española, ni el problema de la insolidaridad entre autonomías (con el agua como telón de fondo), ni política exterior, ni educación… Nada. Nada de nada. Sólo un esfuerzo heroico por hacer aparecer al PP como el partido más social, más progresista, más joven y más comprometido con la lucha contra el cambio climático.

Y, cada vez que el PP se negaba a dar la batalla en estos temas, adoptando el punto de vista progre, desde el socialismo se felicitaban, y animaban a Rajoy a seguir por ese mismo camino; a librarse de los lastres del pasado y a contar con caras nuevas con nuevas ideas. Las caras nuevas ya se sabía cuales eran: Gallardón en Madrid, Feijoo en Galicia, Arenas en Andalucía, Piqué en Cataluña… y Arriola pastoreándolos a todos, con Juan Costa creando una campaña electoral a su medida.

Y, cada vez que el PP volvía a sus orígenes y explicaba que sus ideas eran las que eran y no tenían que cambiarlas, en el socialismo se rasgaban las vestiduras y aconsejaban apartar de la toma de decisiones a los responsables de esas ideas. Nuevamente, estos responsables también se sabía quienes eran: Esperanza Aguirre en Madrid, Daniel Sirera en Cataluña, María San Gil en las Vascongadas, Mayor Oreja en Europa, Acebes en la calle Génova…

Desengañémonos: José Blanco es militante del PSOE, no del PP, y nunca va a hacer algo que lleve a la victoria al PP. Por lo tanto, si critica la exclusión de Gallardón, es que esa exclusión no beneficia al PSOE. Si aplaude la designación de Soraya Sáenz de Santamaría, es que esa designacion beneficia al PSOE. Y si desde la progresía en general abominan de la presencia de gente como Esperanza Aguirre, Acebes o Zaplana, es que son esas personas, y no Soraya, Arriola o Costa los que van a darles problemas.

Espero que Rajoy sepa a quién debe hacer caso. Samaniego lo tenía muy claro.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Proporcionalidad (III y conclusión)

Resumiendo las dos entradas anteriores del tema, el actual sistema electoral no beneficia a los partidos nacionalistas minoritarios, sino a los grandes partidos nacionales. Por el contrario, un sistema puramente proporcional que asignase los escaños en función del total de votos obtenidos a nivel nacional, haría proliferar partidos minoritarios que acabarían con la gobernabilidad.

¿Cuáles podrían ser, entonces, las alternativas para evitar esta desproporcionada influencia de los nacionalistas? A mi juicio, sólo dos.
La primera, que he oído reiteradamente en muchas tertulias y columnas de opinión pasaría por aplicar un sistema de doble mínimo, de forma que, para conseguir representación parlamentaria, no sólo se debería obtener un mínimo de un 5% de votos en cada circunscripción sino también en el total nacional. Con estos números, el parlamento quedaría copado por PSOE y PP, ya que el tercer partido en número de votos (IU) obtuvo únicamente el 3,84%. Si se redujese el porcentaje mínimo al 3% entrarían en el parlamento IU y CiU, con un total de 24 escaños entre los dos, lo que les daría una fuerza evidente a la hora de constituirse en partidos bisagra, sobre todo en momentos como los actuales, de gran equilibrio entre los dos partidos mayoritarios.

De todas formas, un sistema que limite por ley la capacidad de un partido para acceder al parlamento estableciendo una línea de corte en el porcentaje de votos necesarios incluso antes de que se celebren las elecciones volvería a conculcar el sistema de "un hombre, un voto", ya que un voto emitido a una lista poco representada no será en ningún caso tenida en cuenta. A todos aquellos que protestan por la poca calidad democrática del sistema actual no les puede valer un sistema en el que sólo se admite el voto a los partidos mayoritarios (que han llegado a serlo, por otro lado, gracias a un sistema de concentración de voto, eliminando listas minoritarias circunscripción a circunscripción).

La segunda opción pasa por aplicar el principio democrático de la división de poderes. Actualmente es el poder legislativo el que, mediante una votación interna en las cortes designa al ejecutivo. Esto es así porque, según la Constitución Española las cortes son la sede de la soberanía nacional; es decir, son las cortes, en su calidad de representantes de la soberanía las que eligen al gobierno. Dicho de otro modo, es el poder legislativo el que elige al ejecutivo, y, como a su vez, elige tembién al judicial, no existe una división real de poderes.

¿Qué pasaría si las elecciones legislativas nada tuviesen que ver con el gobierno? ¿Y si en estas elecciones sólo se eligiesen a los parlamentarios y senadores, y el Presidente del Gobierno fuese elegido en unas elecciones presidenciales aparte? En este caso, el presidente podría ser elegido por un sistema proporcional de doble vuelta, de forma que la formación de gobierno no dependiese del chantaje de ningún grupo político. De esta forma, además, se elegiría a una persona como Presidente de Gobierno, no a un partido político. Y de esta forma, además, no habría ningún problema en que en las Cortes proliferasen partidos minoritarios (nacionalistas o no), ya que dejarían de tener influencia sobre el gobierno.

Cierto es que la redacción y aprobación de las leyes volvería a estar en manos de estos grupos minoritarios, pero, en un sistema con una efectiva separación de poderes, esto no debería ser un problema. En España tenemos la costumbre de redactar leyes para todo. Como todo debe estar aprobado por el parlamento, todo debe ser convertido en ley. Pero un gobierno no debería aprobar leyes para cualquier actuación; un gobierno debería gobernar con decretos, y dejar las leyes para donde se tienen que aplicar: en el ámbito judicial.

Por tanto, tres medidas son imprescindibles para normalizar y asentar la vida democrática: Un sistema de elección presidencial a doble vuelta, un sistema puramente proporcional para las cortes y un sistema de gobierno por decretos, vigilado y regulado por el parlamento y los jueces. Esto es: separación efectiva de poderes.

Si a alguien le parece que este sistema realmente no cambiaría nada, ya que el presidente del gobierno saldría elegido invariablemente de entre las filas del partido más votado, le invitaría a hacer la reflexión siguiente: ¿En qué posición habría quedado Rosa Díez si estas últimas elecciones hubiesen sido presidenciales? ¿Cuánta gente no la ha votado simplemente porque su partido no tenía ninguna oportunidad de gobernar?

Queda en el aire la pregunta.