domingo, 17 de febrero de 2008

Suelo y techo

Uno de los tópicos más utilizados por la progresía española es que España es de izquierdas. Así, porque lo digo yo, por el artículo 33. Si alguna vez la derecha ha gobernado ha sido porque ha cultivado el horrible virus de la abstención. Son este tipo de comportamientos antidemócraticos los que, según la izquierda, favorecen a los conservadores.

Según el análisis político de la izquierda, esta abundante mayoría proporciona un suelo muy estable
que sustenta al PSOE incluso ante las situaciones más adversas. Por el contrario, la derecha se encuentra maniatada por una base electoral muy escasa, que le hace tener un techo también muy estable que le resulta casi imposible de romper. Las ocasiones en las que la derecha ha alcanzado o sobrepasado al PSOE (elecciones de 1993, 1996 y 2000) se han producido, siempre desde la interpretación de la izquierda, porque el electorado socialista se ha desmovilizado y, con el mismo número de votos (su techo) el PP ha conseguido superarlo en porcentaje.

Arriba pongo la evolución en voto total en todas las elecciones generales del Partido Popular (antes AP y coalición Popular) y el Partido Socialista Obrero Español. No se representan las variaciones derivadas del aumento de la población, pero es un error que afecta a ambos partidos, por lo que su significación es escasa. ¿Qué vemos en el gráfico? En primer lugar, que ambos partidos se beneficiaron en 1982 de la debacle de UCD, que repartió sus votantes entre ambos partidos.

En segundo lugar, vemos que la evolución de voto del PSOE ha sido muy estable a lo largo de los años, manteniéndose en torno a los 8 millones de votos. Ese debía de ser el famoso suelo del PSOE, 8 millones de votos que tenían asegurados, mientras que el PP no parecía poder pasar de 5 millones (su teórico techo
) al menos hasta 1989.

Pero algo pasó en 1993: ese año el PP casi igualó en escaños al PSOE. Desde este último partido se culpó a la abstención, que, efectivamente, había sido muy elevada, pero lo cierto es que el PP había superado en votos al PSOE, sumando 3 millones de nuevos votantes. En las siguientes elecciones la abstención siguió subiendo, alimentando la coartada socialista, pero los datos muestran que, mientras el PSOE no fue capaz de captar nuevos votantes, quedando anclado en su tradicional suelo de 8 millones de electores, el PP fue capaz de duplicar sus votos recibidos, pasando de 5 millones de votos en el año 1989 a 10 millones en 2000, pulverizando así su famoso techo.

El 11 de Marzo 2004, el mayor atentado de la historia de Europa Occidental marcó las elecciones del 14, dando la victoria al Partido Socialista por un escaso margen. La abstención descendió dramáticamente, dando alas de nuevo a aquellos que culpaban a la derecha de destruir la democracia para asentarse en el poder. El PSOE ganó cerca de 3 millones de votantes, mientras que el PP perdió algo menos de medio millón. No hubo, por tanto, un traspaso evidente de votantes entre el PP y el PSOE, lo que pone de manifiesto que el electorado popular es muy fiel, y le proporciona, esta vez sí, un suelo muy firme que, además, no deja de crecer.

La victoria del Partido Socialista el año 2004 se fundamentó, por lo tanto, en la movilización de tres millones de electores que no eran votantes habituales del PSOE, más que en la pérdida de votantes por parte del PP. Esta movilización se debió, sin duda, a las campañas de agitación política de los días 11, 12 y 13 de Marzo. La pregunta, ahora, es: ¿Va a conseguir el PSOE mantener movilizada a toda esa gente? ¿O sería necesario otro imprevisto como el 11-M? Si el PP no pierde votantes (y todo hace pensar que no los perderá), volviendo a los niveles de 2000 o más, y el PSOE no consigue movilizar al electorado más extremista (y todo hace pensar que no lo logrará), volviendo a sus niveles históricos de votantes, no sería descabellado pensar que el PP está en condiciones, no sólo de ganar las próximas elecciones generales, sino incluso, de conseguir la mayoría absoluta. A pesar de lo que digan las encuestas.

Los socialistas lo saben, y por eso están tan intranquilos. Por eso les conviene tensión y dramatizar. Por eso llevan semanas cometiendo errores imperdonables para un político de primer nivel. ¿O no son errores? Después de que pidiesen el voto para el Partido Socialista los actores, intelectuales, los musulmanes, los homosexuales, los sindicatos y no sé cuánta gente más (cosa que tienen todo el derecho a hacer) fue ayer el propio Rodríguez Zapatero el que pidió el voto para su partido, 9 días antes de que dé comienzo la campaña electoral. Y a eso sí que no tiene derecho.

Y todavía no hay noticias de la Junta Electoral Central.

viernes, 15 de febrero de 2008

Algo se mueve

A muchos nos sorprendió que el estudiante cubano Eliecer Ávila hubiese tenido la osadía de preguntar al presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón algo que en pleno siglo XXI repugna a cualquier persona decente: por qué los cubanos no pueden viajar a donde les dé la gana, con el pretexto que quieran, si tienen capacidad para hacerlo. Si bien es cierto que quiso rebajar tensión aludiendo a una supuesta visita a la tumba de Che en Bolivia, muchos pensamos que la vida en libertad de este chaval tenía los días contados.

Y, efectivamente, unos días después nos enteramos de la "desaparición" del estudiante, quien apareció de nuevo pasadas unas fechas, visiblemente nervioso, jurando que lucharía siempre por la revolución y justificando su ausencia por una operación de las muelas del juicio, de la que, al parecer, se recuperó extraordinariamente pronto (cuánto tenemos que aprender todavía de la maravillosa medicina cubana).

Supongo que alguien podría llegar a pensar que Eliecer Ávila, y con él, el resto de compañeros de la universidad que le acompañaban, se había vuelto loco. Sólo a un loco se le ocurriría entrar en cueva del oso para meterle la mano en la boca, mientras le tira de las orejas. A un loco o a alguien que desea convertirse en héroe y mártir de una causa. Pero creo sinceramente que Eliecer no lo es. Ni loco, ni héroe ni mártir. Creo sinceramente que fue utilizado para demostrar a los cubanos que nada ha cambiado dentro del régimen. Que los excesos verbales se pagan, más, incluso, que antes.

Pero, ¿por qué era necesario este golpe de efecto en este momento concreto? ¿No tiene meridianamente claro el pueblo cubano que el que se mueve no sale en la foto... nunca más? Entonces, ¿qué sentido podría tener este toque de atención?

Curiosamente, hace unas semanas, Silvio Rodríguez, juglar oficial del régimen castrista, hizo unas declaraciones prácticamente idénticas a las de Eliecer Ávila. Criticó que los cubanos no pudiesen alojarse en hoteles dentro de la isla, y que no pudiesen viajar al extranjero cuando quisiesen y volver cuando les viniese en gana. Argumentó que, si bien estas medidas tuvieron su razón de ser en algún momento, hoy estaban completamente superadas.

Y, tras estas declaraciones, ¿está Silvio Rodríguez en la cárcel? Evidentemente, no. El gobierno Castrista no podría permitirse el lujo de encerrar a su más internacional embajador. Pero no podía dejar creer a sus súbditos que se había abierto la veda de las críticas al gobierno. Por eso es más que evidente que el episodio del parlamento fue preparado. Alguien engañó a esos estudiantes. Alguien les dijo que fuesen sinceros, que no iba a haber ningún tipo de represalias. Y Eliecer picó, y se convirtió en el perfecto escaparate que el gobierno necesitaba para demostrar qué les pasa a los que sacan los pies del tiesto.

Pero entonces, ¿qué fue lo que llevó a Silvio Rodríguez a hacer esas declaraciones? ¿Es que está perdiendo la fe en la gloriosa revolución comunista? ¡Ca! Pocos hay más recalcitrantes que este trovador del Gulag castrista. Entonces, ¿Qué es lo que no cuadra?

Fidel se muere. Eso es evidente. Es algo fisiológico. Aunque aniquile por traición a la mitad de la población de la isla acabará muriendo. Y dentro de los resortes del poder de su gobierno están empezando a tomar posiciones. Sabemos muy poco del reparto de poderes en su régimen, que siempre se ha mostrado al mundo como un bloque monolítico. Pero sí sabemos que su hermano Raúl controla el ejército, y tiene problemas para hacerse respetar por el poder civil. Es por eso por lo que, aun habiendo tomado de forma nominal el relevo de su hermano, no está actuando (al menos cara al exterior) como un verdadero jefe de estado. Podemos, por tanto, suponer, que el poder civil no le es fiel, y está esperando el momento para hacerse con el control. La única forma que tiene de hacerlo es mantenerse lo más cerca posible de la línea dura oficial, quizás con la intención de, una vez muerto Castro, y con la ayuda y el apoyo de Venezuela, establecer un control férreo sobre las estructuras civiles y comenzar una serie de purgas en el ejército que les aseguren su obediencia.

¿Qué opción le puede quedar a Raúl Castro? Con el único apoyo del ejército, si quiere evitar un baño de sangre en Cuba, la única baza que puede jugar es lograr la aceptación por parte de la opinión pública internacional. Y, en un país sin apoyos, aislado desde la caída de la Unión Soviética, eso pasa forzosamente por el acercamiento a los Estados Unidos.

¿Podría estar Raúl Castro jugando la carta de una moderación y un aperturismo que le pusiese en ventaja en la carrera sucesoria? Podría ser. Sería incluso deseable, ya que una nueva Perestroika en Cuba seguramente repetiría los resultados que tuvo en la Europa del Este: un derrumbe completo del comunismo.

Y, ¿qué tiene que ver Silvio Rodríguez en todo esto? Simplemente, parece que ya ha tomado partido. Ha apostado a que en la carrera por la sucesión el caballo ganador será Raúl Castro, y quiere estar bien situado para cuando esto suceda. Mientras tanto, el gobierno cubano está decidido a mostrar a todo el mundo que su línea es la de los últimos cincuenta años, y en su demostración se ha llevado por delante a Eliecer Ávila, que, como todo el mundo sabe, no es Silvio Rodríguez.

De todas formas, esa indiscrección del bardo oficial del tirano lleva a pensar que, quizás, después de medio siglo de dictadura, algo se está empezando a mover en Cuba.

viernes, 1 de febrero de 2008

Tenía que haberse hecho antes

Resulta que ahora todos se han caído del burro. Todos.

El Gobierno, la Fiscalía, la Abogacía del Estado, los jueces, periodistas varios... Todos se han dado cuenta de repente de que ANV y el PCTV son un apéndice más de Batasuna. Es decir, de ETA.

Y sin embargo, no queda tan lejano el día en que nuestro Presidente del Gobierno admitía sin ningún escrúpulo que ANV era un partido democrático desde los tiempos de la Segunda República, y que en sus estatutos, no sólo rechazaba el terrorismo, sino que lo repudiaba. Sinceramente, no sé qué pensarían de esos estatutos todos aquellos candidatos que no pudieron presentarse a las municipales por pertenecer a Batasuna.

Todo un visionario, el presidente, sí señor. Así que un partido democrático desde los tiempos de la Segunda República. Cierto. Lo que se le olvidó fue decir hasta cuándo. Y tuvo que venir su ministro de Justicia a sacarle del olvido: Hasta que la jugada aconseje la ilegalización.

Curioso personaje, también, este dicen que Ministro de Justicia. A propósito, hermano de un antiguo profesor mío, que no me explico cómo puede haber dos hermanos tan diferentes: uno afable, bromista, campechano, buena persona y dispuesto a ayudar a los demás, y el otro chulo, soberbio, mentiroso, prepotente y siempre, siempre muy desafiante. A cada cual dejo la libertad de elegir quién es quién.

Pues resulta que la jugada lo aconsejaba a menos de un mes y medio de las elecciones, cierto que como muchos sospechábamos. Todas aquellas pruebas que nunca aparecieron a lo largo de cuatro larguísimos años de legislatura se revelaron como por ensalmo en una semana. Y empezaron las prisas.

Y las prisas no son buenas consejeras, sobre todo cuando el Tribunal Supremo dictamina que, antes de ilegalizar a un partido, hay que permitir que, por lo menos, éste se defienda. Vaya: con esto no había contado el Gobierno; hay que ver qué pesados se ponen los jueces con estos legalismos estúpidos. ¿Y si ahora, por permitir que el acusado se defienda, no da tiempo a ilegalizarlos antes de las elecciones? ¿Y si resulta que se presentan, y les votan, y sacan diputados? ¿Qué pasaría entonces?

Y la respuesta es: Nada. Y esto es lo vergonzoso de todo este asunto: no pasaría absolutamente nada.

Herri Batasuna, hasta su ilegalización, se presentó con total normalidad a las elecciones generales. Y nunca ocupó ni un solo escaño en el Parlamento. Sus diputados electos ni siquiera recogieron sus actas de parlamentario. ¿Qué nos hace pensar que esta vez va a ser diferente? ANV se podría presentar a las elecciones generales, pero, ni ocuparía sus escaños, ni tendría despacho en el Parlamento, ni recibiría subvenciones públicas.

El problema real se produjo en las últimas elecciones municipales, cuando ANV era un partido democrático digno de toda confianza; cuando su ilegalización condenaría a sus votantes a un Guantánamo electoral; cuando sólo una pequeña parte de sus listas estaba "contaminada" por Batasuna. El problema fue que ANV se presentó a las elecciones con el consentimiento explícito del Gobierno de España, y ahora campan a sus anchas por los ayuntamientos vascos y navarros, manejando dinero público, con acceso ilimitado a los datos del censo, e imponiendo su dictadura con el beneplácito de PSOE, IU, PNV y EA.

Que ANV se presente a las elecciones generales no va a cambiar nada de eso. Pero, por desgracia, que no se presente tampoco lo va a hacer. Ilegalizarla ahora, aun siendo deseable, no va a arreglar nada. Eso tenía que haberse hecho antes.