domingo, 29 de agosto de 2010

Salario Mínimo

Pocas cosas hay que exciten más al electorado socialista que el salario mínimo interprofesional (SMI). Cada vez que un gobierno necesita aparecer como benefactor de los desvalidos, aumenta el SMI, y esto, que debería estar catalogado como crimen de estado y penado con la amputación de ambas manos, sin embargo, provoca el regocijo de la militancia, la ciudadanía y demás borregada socialista.

Básicamente, el SMI no es más que el sueldo mínimo que un empresario puede pagar a un empleado por un trabajo remunerado. El objetivo que se buscaba al implantarlo fue evitar que el empresario explotase al trabajador, pagándole un sueldo ínfimo. La idea era velar por los derechos de los trabajadores y mejorar su calidad de vida.


Pero si esto funciona realmente así, ¿por qué el sueldo mínimo definido por la ley es tan bajo? ¿Por qué fijarlo únicamente en 633,3€ mensuales, que es el valor fijado para este año 2010? ¿Por qué no se establece un salario mínimo de, digamos 4.000€ mensuales? Con ese dinero, todos viviríamos mucho mejor, ¿no?


El propio valor del SMI nos hace pensar que quizás el resultado de incrementarlo no produce los efectos que se le atribuyen; es decir, aumentar el SMI no hace que la gente cobre más... sino todo lo contrario. Es muy evidente si consideramos los sueldos como lo que son: el precio de la mano de obra.


Hace unos años, el gobierno socialista de España inició una cruzada contra los consumidores de alcohol y tabaco. Desde el Ministerio de Sanidad se decidió que el nivel de consumo de tabaco en España era inadmisible, y se propusieron reducirlo con dos medidas: la primera fue restringir los lugares donde se podía fumar; la segunda... aumentar a base de impuestos los precios del tabaco.


Entonces, si este gobierno es consciente de que aumentando los precios lo que se consigue es una reducción del consumo, ¿cómo puede asegurar con esa cara dura que subiendo los precios del trabajo no se va a reducir el consumo de éste (el empleo)? ¿Cómo puede argumentar que los empleadores van a resignarse a pagar cada vez más dinero por un empleo que, muchas veces, es menos especializado?


El verdadero problema es que estas medidas demagógicas, a quien realmente perjudican es a quien dicen ayudar: a los jóvenes sin experiencia que están buscando su primer empleo; a los inmigrantes sin formación y sin conocimiento del idioma; a la gente que lleva mucho tiempo en paro y necesita trabajar de lo que sea, aunque no tenga experiencia en ello (ya se encargará de ir poniéndose las pilas según pase el tiempo)...


Desde que el Partido Socialista recuperó el poder en 2004, el SMI ha subido nada menos que un 37% (con una grave crisis de por medio, además). Mientras, España arrastra una tasa de paro del 20%, con un paro juvenil que se acerca al 50% y un paro de larga duración que supera ya el 4%.


Pero, mientras queden bárbaros dispuestos a vociferar en todos los Rodiezmos de España, los sucesivos gobiernos no tendrán ningún problema en tapar cualquier desastre político con una subida de salario mínimo, una subida de las pensiones, una subida de prestaciones o una subida de subvenciones. Aunque no haya dinero en la caja: siempre podremos solucionarlo con una subida de impuestos.


Que eso sí es progresista...

lunes, 19 de abril de 2010

¿No lo necesitan?

No es ningún secreto que no suelo ver Televisión Española. Independientemente de la calidad (baja) de sus programas, la considero un elemento de alecionamiento polítco que, para ser sinceros, me repugna.

Animo a cualquiera a hacer la prueba de pasar por todas las cadenas de televisión y comprobar cómo, al pasar por La 2, es altamente probable escuchar palabras como "República", "Exiliado", "Represión", "Fosas comunes", "Memoria Histórica"... Toda la antigua segunda cadena parece estar dedicada a recordar la República, la Guerra Civil y la Dictadura.

Pero con ser esto abominable, no deja de ser típico en ellos, y la mayoría de la gente podemos estar más o menos prevenidos contra estas monografías. Más peligroso me parece cómo la ideología comunista se infiltra en todos los programas de Televisión Española, incluyendo aquellos que no se dedican específicamente a tratar temas políticos.

El último ejemplo de esto lo vi en el programa "Españoles por el mundo" (enésima copia de programas de las cadenas autonómicas) en el que un cooperante de una ONG en un país africano que no recuerdo explicaba en qué consistía su cooperación.

Desarrollaba su trabajo enseñando a los agricultores locales las técnicas de cultivo que les ayudarían a obtener mejores cosechas. Sin embargo, dejó muy claro que su ayuda se centraba en técnicas tradicionales, con instrumentos tradicionales y variedades locales de cultivos. Como explicó muy vehementemente, no necesitaban más. No es necesario que utilicen medios de cultivo mecanizados, ni variedades de plantas más rentables, ni regadíos complejos: con los métodos tradicionales son capaces de cultivar lo que necesitan para subsistir; según sus propias palabras, los agricultores africanos no necesitan ni importar ni exportar para no morirse de hambre. Repugnante.

Lo que este progre parece ignorar es que una agricultura de subsistencia, al no generar excedentes con los que comerciar, condena a la pobreza a quien la utiliza. Pero es que, además, ni siquiera es cierto que evite que la gente se muera de hambre: este tipo de agricultura es tremendamente sensible a una mala cosecha, de forma que, si se extiende la forma de entender el desarrollo que tiene este "neocom" hay grandísimas probabilidades de que el fantasma de la hambruna y la muerte se extienda de nuevo por África.

Pero donde la ignorancia y la incoherencia se dan la mano es en el efecto que la agricultura de subsistencia tiene en el "medio ambiente". Para poder alimentar con este tipo de agricultura a una población creciente, los campos de cultivo deben expandirse continuamente a costa de los espacios naturales. En África, esto tiene como consecuencia la destrucción de la selva tropical y subtropical y el aumento de la presión sobre la fauna salvaje.

En fin, que esa es la idea que tiene la progresía occidental de cómo debe vivir hoy en día la población africana: trabajando como burros para poder tener lo mínimo necesario para comer, con el fantasma del hambre siempre merodeando, y aumentando sin cesar la presión sobre la naturaleza para poder alimentar a una población que crece cada vez más.

¿No necesitan nuevas técnicas de cultivo? Lo que desde luego que no necesitan son cooperantes como estos.

martes, 9 de marzo de 2010

Garzón

Estaba el otro día escuchando en la radio una tertulia en la que participaba la diputada socialista Elena Valenciano. Compartía mesa con otros tertulianos bastante más afines a las ideas del Partido Popular, pero eso no impidió que muchos de sus argumentos quedasen, sorprendentemente, sin una respuesta contundente.

Voy a pasar por alto la justificación que hizo Elena Valenciano de los ataques de Chávez al juez Eloy Velasco, y de la tibia respuesta (si es que realmente hubo respuesta) por parte del gobierno español. Uno ya comienza a acostumbrarse a que este gobierno se humille ante cualquier dictadura que en el mundo exista. Me impactó mucho más la encendida defensa que hizo del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, investigado en la actualidad en relación con tres delitos de prevaricación, que pueden llevarle a perder su puesto dentro de la carrera judicial.

Se escudaba Elena Valenciano en que no podían acosar a un juez los mismos que lo defendieron a ultranza cuando investigaba el terrorismo de estado del PSOE en la época de Felipe González. Según ella, no era coherente que en su día fuese un ángel para ahora convertirse en un demonio. Tras esto, carpetazo al argumento, y dejen trabajar a la justicia, y no machaquen a un juez que tanto ha hecho en la lucha contra el terrorismo. Se acabó. No importa que sea un presunto delincuente: es "de los nuestros" y se le defiende. Punto. Y el resto de los tertulianos cambiaron de tercio.

La señora Valenciano no puede escudarse en que estos hechos sucedieron hace más de 20 años para intentar reescribir la historia al estilo de 1984. Ahora puede intentar convencer a quien quiera de que Garzón se convirtió en una especie de héroe por investigar al PSOE, pero lo cierto es que siempre se encontró bajo sospecha de actuar por resentimiento contra Felipe González, por no haberle puesto al frente de un ministerio. Y si desde el PSOE se le acusaba de manifiesta enemistad con el partido que le acogió, desde el partido Popular se le recriminaba que hubiese paralizado la investigación de los GAL, esperando un premio por parte del Gobierno.

Cuando, tras abandonar la política, se reintegró a la carrera judicial y retomó la investigación de los GAL, pronto se hizo evidente que su instrucción no iba a llegar más arriba del que fue Ministro del Interior, dejando pendiente una incógnita con la que todavía se conoce hoy en día al presidente del gobierno Felipe González. Finalmente, ante una instrucción que se eternizaba y que no llegaba a ningún lado, y que palidecía al lado de los reportajes de investigación del diario El Mundo, Baltasar Garzón fue apartado de la instrucción, la cual tuvo que ser completamente rehecha debido al cúmulo de irregularidades y fallos que contenía.

Juez estrella, divo judicial, juez mediático... son calificativos que muestran el aprecio que se sentía por él desde la derecha y desde la izquierda. Resentido y vengativo para unos, demasiado tibio para otros, fue siempre el ejemplo de lo que no debe ser un juez de la Audiencia Nacional. Pero, a diferencia de lo que trata ahora de inventar la señora Valenciano, nunca fue el juez de cabecera del partido Popular. Ha estado siempre ligado al Partido Socialista. Cuando echó a los leones a Barrionuevo para salvar a González, cuando encausó por genocidio a Pinochet y a Franco, cuando se puso a la cabeza de la manifestación llamando asesino a Aznar, cuando salió de cacería con el Ministro de Justicia, cuando encausó sin pruebas a dirigentes del partido Popular... siempre ha estado al lado del Partido Socialista.

Ahora intenta recusar por manifiesta enemistad contra él a tres vocales del CGPJ que tienen que decidir sobre su inhabilitacion. Teniendo en cuenta que él fue diputado del PSOE, ¿qué autoridad moral tiene para dirigir una investigación contra el partido rival? Dice la señora Valenciano que no se puede linchar a un juez y que hay que dejar trabajar a la justicia... ¡Qué pena que no pensase igual cuando el partido socialista, con Garzón al frente, acabó con la carrera del juez Gómez de Liaño! Claro que éste no fue número 2 del PSOE en las listas de Madrid.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La Collares

Cuentan las malas lenguas que, durante el gobierno del General Franco, los joyeros de Madrid cerraban sus comercios cuando observaban acercarse a Doña Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, debido a su costumbre de entrar en las joyerías, elegir una bonita joya y luego "olvidarse" de pagar el importe, costumbre que le valió el apodo de "La Collares".

Esta historia tiene todos los visos de ser completamente apócrifa, sobre todo si atendemos a la apariencia de la señora, nada propensa a hacer ostentación de caras y extravagantes alhajas, pero ha servido muy bien al propósito de presentar a la dictadura de Franco como un régimen en extremo corrupto y delincuente.

Sin embargo, hoy en día, tenemos nuestra propia Collares que sangra diariamente los beneficios de pequeñas, medianas y grandes empresas, así como de comercios de todo tipo. Me refiero, evidentemente, a la costumbre que tienen las administraciones públicas de contratar bienes o servicios con empresas privadas y "olvidar" luego pagar el importe. A diferencia de La Collares de la posguerra, la actual sí hace ostentación de sus alhajas, en forma de grandes y costosas obras, equipamiento de última tecnología o grandes campañas de márketing y publicidad.

Pero la principal diferencia con la Collares de carne y hueso es, básicamente, de cantidades. La deuda actual de las administraciones públicas con las empresas es de 12.300 millones de euros, según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda. Se manejan otras cifras: el 31 de marzo del año pasado, el presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) cifraba esta deuda en más de 30.000 millones de euros, pero me quedaré con la cifra de los técnicos de Hacienda por ser menos alarmista y menos susceptible de partidismo político.

Doce mil trescientos millones de euros. Esta cantidad tan redonda, así, en euros, esconde, en realidad, la obscena cantidad de más de dos billones de pesetas. Dos billones de pesetas es lo que las administraciones públicas han dejado de pagar a las empresas por bienes o servicios que han sido adquiridos en ellas. Dos billones de pesetas que no han podido ser utilizados en pagar los sueldos de los empleados o las compras a los proveedores. Dos billones de pesetas que han hecho que, a lo largo del año pasado, casi cinco mil empresas fuesen a la quiebra.

Si doña Carmen Polo hubiese podido gastar el equivalente a este dinero en sus andanzas joyeriles, debería haber sustraído género por valor de casi 150 millones de pesetas durante todos los días entre el primero de abril de 1939 y el 20 de Noviembre de 1975.

Muchos collares, sin lugar a dudas.