viernes, 14 de agosto de 2009

¿Qué pasa en la AVT?

Hace unos años, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió reducir la asignación presupuestaria destinada a la AVT, en un intento de asfixiarla económicamente e impedir la expansión de la llamada “rebelión cívica”. De forma inteligente, Francisco José Alcaraz creó la figura del “amigo” de la AVT, para todos aquellos que, sin ser miembros de la asociación (sólo admite víctimas del terrorismo como socios) quisiesen cooperar en su financiación.

Me uní a ese grupo casi de inmediato, y sigo en él, colaborando en el sostenimiento de la Asociación, tras la salida de Alcaraz, ya que estoy convencido de que las muchas víctimas que forman parte de él no merecen el trato vejatorio que reciben del Gobierno. Pero algo ha cambiado desde entonces.

Tras la salida de Alcaraz de la presidencia de la AVT he dejado de recibir las comunicaciones y notas de prensa que eran enviadas cada vez que se producía un hecho relevante relacionado con el terrorismo. Sin embargo, Voces Contra el Terrorismo, el grupo creado por Alcaraz para seguir luchando contra ETA, seguía al pie del cañón, manteniendo viva la llama de la lucha contra el terrorismo. La AVT ha caído en un mutismo incomprensible, que ha ido acompañado del cese de las hostilidades por parte del PSOE y el Gobierno. Pero lo que más me ha llamado la atención es no haber recibido ninguna nota tras los atentados de Burgos y Mallorca. ¿Qué está pasando en la AVT?

Leí hace tiempo en una novela (que pretendía ser de ficción) que, desde la muerte de Franco, los partidos la llamada “Extrema Derecha” están completamente infiltrados por los servicios de inteligencia, forzando luchas internas de poder y escisiones cada vez que aumentan su intención de voto, por lo que su influencia política es nula. En otras palabras: es imposible que en España surja otro Le Pen.

Si creyese que esta teoría es cierta, debería suponer que se está aplicando también a cualquier partido que se oponga al cambio de régimen que se está produciendo en España, como Ciudadanos y UPyD, prácticamente desactivados después de la últimas elecciones Generales, mientras que se favorece la aparición y asentamiento de partidos antisistema (BNG y ERC) imprescindibles a la hora del sostenimiento del gobierno, o los partidos del entorno etarra, necesarios para las interminables negociaciones con los terroristas.

¿Sucede lo mismo en la AVT? Hace unos meses García Casquero protagonizó un intento de rebelión contra Alcaraz que murió por falta de apoyos. Éste, al finalizar su mandato, lejos de intentar aferrarse al puesto, no se presentó a la reelección; abandonó, casi arruinado, dejando una AVT viva, fuerte, con voz y con multitud de apoyos en la sociedad. Ésa ha sido la AVT que se ha encontrado Casquero. La AVT que hoy calla cuando ETA mata a dos guardias civiles y siembra de bombas Malorca.

¿Qué está pasando en la AVT? Dígame, señor Bono, qué papel está cumpliendo el CESID en esta transformación.

Seguiré esperando una respuesta. Mientras tanto, sólo puedo decir MEMORIA, DIGNIDAD, JUSTICIA

viernes, 7 de agosto de 2009

Violaciones, pederastia e ingeniería social

Comienza a ser una noticia recurrente desde hace unos meses: grupos de adolescentes que utilizan su tiempo libre en el divertido juego de violar (y a veces asesinar) a chicas, niñas a veces, como verdaderas jaurías humanas en busca de carne.


Estas noticias, que deberían ser ya de por sí suficientemente preocupantes, adquieren un grado mayor de crueldad al conocerse las penas que, en aplicación de la ley del menor, reciben los violadores o asesinos, máxime si éstos son menores de 14 años, en cuyo caso quedan exentos de responsabilidad penal, y el crimen, por lo tanto, impune.


Se levanta entonces desde todos los rincones de España un clamor para derogar (o al menos modificar) esta infame ley del menor que deja sin castigo a verdaderos criminales por el simple hecho de ser menores de 18 años. Y desde el estamento político se pide paciencia, para no tomar en caliente decisiones apresuradas, para esperar a que se calmen los ánimos y dejar morir la indignación, hasta la siguiente víctima, hasta la siguiente familia destrozada, hasta la siguiente muerte, propiciada por una ley que protege más al agresor que al agredido.


Es ya noticia recurrente desde hace años: un hombre de cualquier edad, condición, nacionalidad o cultura, mata o intenta matar a su pareja o expareja, para después suicidarse, o intentar suicidarse, o entregarse a la policía, o nada de eso.


Y se levanta entonces desde el estamento político un clamor para detener esta sangría de vidas, este genocidio de género, esta consecuencia de siglos de dominación machista. Y se tramitan leyes por el procedimiento de urgencia, sean o no constitucionales; y se elimina de la ecuación la presunción de inocencia, y se trata al hombre como un agresor en potencia que hay que aislar antes de que cometa su crimen, porque es seguro que tarde o temprano lo cometerá.


¿Por qué en este caso no hay que dar tiempo a que se enfríen los ánimos? ¿Por qué no hay que esperar a pensar las cosas con serenidad? Para mí, la respuesta es evidente: en este caso, el crimen se ha producido dentro de la familia. Esa estructura retrógrada, patriarcal y machista que lleva siglos sojuzgando a la mujer y convirtiéndola en un mero apéndice del hombre, sometida a su control y a sus deseos.


El tratamiento informativo que se da a la “violencia de género” me recuerda en gran medida al que se someten los casos de pederastia dentro de la Iglesia Católica. Cada vez que se conoce un caso, la prioridad informativa es recalcar que ha sido un sacerdote católico; tras esto, relacionarlo con todos los casos previos (confirmados o no), para llegar a la conclusión de que la pederastia es consustancial con la Iglesia Católica, debido al celibato y a su “obsesión” con todo lo que tenga relación con el sexo.


Pero todas las semanas conocemos casos de desarticulaciones de grupos de pederastas que nada tienen que ver con la Iglesia Católica. ¿Por qué en ese caso no se hace hincapié en su oficio? ¿Qué pasaría si la gente descubriese que muchos de los pederastas más implacables son profesores de gimnasia o maestros de guardería? ¿Cómo responderían los respectivos gremios ante la sugerencia de que son estas profesiones las que generan la pederastia? ¿Podría la sociedad permitirse el lujo de que cundiese el pánico y la gente dejase de llevar a sus hijos al colegio? Evidentemente, no. Pero, ¿podría la sociedad permitirse el lujo de que cundiese el pánico y la gente dejase de llevar a sus hijos a colegios católicos? Evidentemente, sí; y para algunos, sería incluso deseable. Por ello se pone el acento en el carácter católico de los pedófilos, de la misma forma que se pone el acento en el carácter heterosexual, tradicional de las relaciones donde se dan casos de violencia doméstica, mientras se justifican, se encubren o incluso se perdonan crímenes que tienen su base precisamente en la falta de valores tradicionales inculcada desde arriba a toda una generación de chavales. Chavales que, inmersos por otra parte en una brutal cultura del sexo, no dudan en dar rienda suelta a sus más bajos instintos, amparados por el “hay que probarlo todo” nacido de la generación hippie que nos gobierna desde hace años.


En resumen, nos encontramos viviendo en una época en la que se criminaliza todo aquello que tenga que ver con la forma tradicional de entender la vida y la relación entre las personas (ejemplificada aquí en la Iglesia Católica y en la familia biparental, heterosexual tradicional) mientras que se esconden las gravísimas consecuencias que tiene sustituir estos valores por la vacuidad más absoluta, con la esperanza de que, una vez que nos encontremos lo suficientemente animalizados, no tengamos ningún problema en seguir al Gran Líder allá donde nos dirija.


¿Qué estoy un poco paranoico? Puede ser, pero es que uno ya va teniendo unos años y ha visto bastantes cosas…