De nuevo; como cada año electoral, vuelve a estar de plena actualidad el sistema de asignación de escaños. Nadie está contento con el que tenemos, e incluso los políticos que desarrollaron la ley electoral durante la transición afirman sin pudor que fue, probablemente, su mayor error.
Pero vayamos por partes. ¿Cuál es el problema que tiene nuestra ley electoral? Cualquiera medianamente informado responderá a esta pregunta diciendo que es tremendamente injusto, ya que prima enormemente la concentración del voto dentro de una misma circunscripción, lo que da una gran ventaja a los partidos nacionalistas que, de esta forma, se encuentran sobrerrepresentados con respecto a otras formaciones que consiguen un número similar de votos, pero con más dispersión territorial.
Los dos casos más paradigmáticos de este agravio se han dado este año en IU y en UPyD, que se han visto perjudicados al compararse con CiU y PNV, respectivamente. IU consiguió 963.040 votos y 2 escaños, mientras que CiU alcanzó 774.317 votos y 11 escaños; UPyD, por su parte, consiguió 303.535 votos y 1 escaño frente a los 303.246 votos y 6 escaños del PNV. No puede sorprendernos que éstos hayan sido los dos partidos que más han protestado por la discriminación de la actual ley electoral, mientras que partidos que no se sienten agraviados, como PP o PSOE, ni entran a comentar el asunto, ni se plantean la modificación de la ley.
Sin embargo, también como cada año electoral, PP y PSOE vuelven a lamentarse del enorme peso que los partidos nacionalistas -algunos realmente radicales- tienen sobre la vida política española. Cuando uno de los dos grandes partidos nacionales no obtiene la mayoría absoluta se ve abocado al pacto con minorías como BNG, PNV, CiU o ERC, que en no pocas ocasiones marcan la línea de gobierno. De esta forma, no dejaba de ser curioso que, en la anterior legislatura, el partido que más peso tenía sobre las decisiones del gobierno era ERC, con un miserable 2,54% de los votos. Pero entonces, ¿por qué no se unieron los dos partidos mayoritarios para modificar la ley electoral? Entre ellos sumaron en las anteriores elecciones el 80% de los votos, resultado más que holgado para dar legitimidad a la nueva ley que de ese consenso saliese.
Y la triste respuesta es que no les conviene. Ni a uno ni a otro. Porque, en realidad, el actual sistema electoral a quien beneficia no es a los nacionalistas, sino a los grandes partidos nacionales. Le duela a quien le duela. Publicaré los datos detallados en el post de la semana que viene.
Pero vayamos por partes. ¿Cuál es el problema que tiene nuestra ley electoral? Cualquiera medianamente informado responderá a esta pregunta diciendo que es tremendamente injusto, ya que prima enormemente la concentración del voto dentro de una misma circunscripción, lo que da una gran ventaja a los partidos nacionalistas que, de esta forma, se encuentran sobrerrepresentados con respecto a otras formaciones que consiguen un número similar de votos, pero con más dispersión territorial.
Los dos casos más paradigmáticos de este agravio se han dado este año en IU y en UPyD, que se han visto perjudicados al compararse con CiU y PNV, respectivamente. IU consiguió 963.040 votos y 2 escaños, mientras que CiU alcanzó 774.317 votos y 11 escaños; UPyD, por su parte, consiguió 303.535 votos y 1 escaño frente a los 303.246 votos y 6 escaños del PNV. No puede sorprendernos que éstos hayan sido los dos partidos que más han protestado por la discriminación de la actual ley electoral, mientras que partidos que no se sienten agraviados, como PP o PSOE, ni entran a comentar el asunto, ni se plantean la modificación de la ley.
Sin embargo, también como cada año electoral, PP y PSOE vuelven a lamentarse del enorme peso que los partidos nacionalistas -algunos realmente radicales- tienen sobre la vida política española. Cuando uno de los dos grandes partidos nacionales no obtiene la mayoría absoluta se ve abocado al pacto con minorías como BNG, PNV, CiU o ERC, que en no pocas ocasiones marcan la línea de gobierno. De esta forma, no dejaba de ser curioso que, en la anterior legislatura, el partido que más peso tenía sobre las decisiones del gobierno era ERC, con un miserable 2,54% de los votos. Pero entonces, ¿por qué no se unieron los dos partidos mayoritarios para modificar la ley electoral? Entre ellos sumaron en las anteriores elecciones el 80% de los votos, resultado más que holgado para dar legitimidad a la nueva ley que de ese consenso saliese.
Y la triste respuesta es que no les conviene. Ni a uno ni a otro. Porque, en realidad, el actual sistema electoral a quien beneficia no es a los nacionalistas, sino a los grandes partidos nacionales. Le duela a quien le duela. Publicaré los datos detallados en el post de la semana que viene.
No hay comentarios:
Publicar un comentario