miércoles, 17 de febrero de 2010

La Collares

Cuentan las malas lenguas que, durante el gobierno del General Franco, los joyeros de Madrid cerraban sus comercios cuando observaban acercarse a Doña Carmen Polo, esposa del Jefe del Estado, debido a su costumbre de entrar en las joyerías, elegir una bonita joya y luego "olvidarse" de pagar el importe, costumbre que le valió el apodo de "La Collares".

Esta historia tiene todos los visos de ser completamente apócrifa, sobre todo si atendemos a la apariencia de la señora, nada propensa a hacer ostentación de caras y extravagantes alhajas, pero ha servido muy bien al propósito de presentar a la dictadura de Franco como un régimen en extremo corrupto y delincuente.

Sin embargo, hoy en día, tenemos nuestra propia Collares que sangra diariamente los beneficios de pequeñas, medianas y grandes empresas, así como de comercios de todo tipo. Me refiero, evidentemente, a la costumbre que tienen las administraciones públicas de contratar bienes o servicios con empresas privadas y "olvidar" luego pagar el importe. A diferencia de La Collares de la posguerra, la actual sí hace ostentación de sus alhajas, en forma de grandes y costosas obras, equipamiento de última tecnología o grandes campañas de márketing y publicidad.

Pero la principal diferencia con la Collares de carne y hueso es, básicamente, de cantidades. La deuda actual de las administraciones públicas con las empresas es de 12.300 millones de euros, según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda. Se manejan otras cifras: el 31 de marzo del año pasado, el presidente de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) cifraba esta deuda en más de 30.000 millones de euros, pero me quedaré con la cifra de los técnicos de Hacienda por ser menos alarmista y menos susceptible de partidismo político.

Doce mil trescientos millones de euros. Esta cantidad tan redonda, así, en euros, esconde, en realidad, la obscena cantidad de más de dos billones de pesetas. Dos billones de pesetas es lo que las administraciones públicas han dejado de pagar a las empresas por bienes o servicios que han sido adquiridos en ellas. Dos billones de pesetas que no han podido ser utilizados en pagar los sueldos de los empleados o las compras a los proveedores. Dos billones de pesetas que han hecho que, a lo largo del año pasado, casi cinco mil empresas fuesen a la quiebra.

Si doña Carmen Polo hubiese podido gastar el equivalente a este dinero en sus andanzas joyeriles, debería haber sustraído género por valor de casi 150 millones de pesetas durante todos los días entre el primero de abril de 1939 y el 20 de Noviembre de 1975.

Muchos collares, sin lugar a dudas.