sábado, 28 de noviembre de 2009

No aumentará el nivel del mar

A no ser, claro está, que nos pille la marea alta...

A pesar de todas las informaciones con que nos bombardean desde hace años; a pesar del aparente consenso político, mediático y científico; a pesar del riesgo de ser acusado de negacionista y, por consiguiente, de ser tratado como un delincuente en potencia, yo estoy absolutamente convencido de que el nivel del mar no aumentará significativamente en los próximos años, anegando nuestras costas y forzando el exilio de millones de personas a las zonas áridas del planeta.

Repito: no es una suposición ni una corazonada; estoy absolutamente convencido de lo que digo, y este convencimiento está apoyado exclusivamente en dos hechos, que por otro lado, están completamente al alcance de cualquiera que quiera verlos.

El primero de los hechos tiene que ver con los pronósticos que se han hecho hasta ahora. Han sido muchos y muy variados. Según ellos, el mar iba a subir entre los 60 cm. de los modelos más conservadores, hasta los varios metros de las predicciones más catastrofistas. Pero no es esta discrepancia la que me lleva a pensar que no tienen razón.

Las primeras predicciones sobre aumento de temperaturas y del nivel del mar se hicieron a principios de los años 90, y pronosticaban una subida generalizada de las aguas en un plazo de entre 30 y 50 años, con unos efectos que deberían comenzar a notarse alrededor... de 2010.

Pues bien, 2010 llega dentro de un mes, y no ha podido constatarse ningún aumento del nivel del mar, ni pequeño ni grande, en ninguna parte del mundo; ni siquiera en el pequeño país de Vanuatu, un archipiélago con una altura media tan pequeña que quedaría sumergido bajo las aguas a principios del siglo XXI.

Es evidente que ni Vanuatu ni ningún otro país ha desaparecido engullido por el océano, por lo que ahora, las predicciones reducen la magnitud del aumento de las aguas, y lo posponen a un momento más lejano, entre los 80 y los 100 años. ¿Qué nos hace pensar que esta vez, las predicciones son correctas, y que no quedarán convertidas en papel mojado, como aquella que aseguraba que Vanuatu se convertiría en el primer país de la historia que desaparecería debido a las fuerzas de la Naturaleza?

De todas formas, siendo (en mi opinión) suficientemente convincente este primer hecho, existe un segundo dato que demuestra muy a las claras que el mar no aumentará de manera perceptible en las próximas décadas.

A nadie puede pasar desapercibido que, antes de explotar la tan cacareada crisis global, uno de los negocios con más proyección en todo el mundo era el de la construcción. Y junto con la construcción residencial en las grandes ciudades de los países desarrollados, quizás el sector que más creció en los últimos años es el de los complejos de recreo, multiplicando los centros de vacaciones en países tradicionalmente turísticos, y creando grandes infraestructuras turísticas de lujo en otros con menos tradición.

Quizás la característica más común de estos espacios turísticos es su localización en zonas costeras. Desde los complejos turísticos del Caribe, a los atolones del Pacífico, pasando por los países del área mediteránea, la costa africana del Índico o los países del sudeste asiático, la oferta de turismo de lujo en estas zonas no ha hecho sino aumentar en las últimas dos décadas, coincidiendo con el aumento del nivel de vida en todo el mundo.

Es especialmente relevante el complejo turístico levantado en Dubai, con dos conjuntos de islas artificiales repletas de mansiones de lujo, acompañadas del Burj al Arab, el hotel más lujoso del mundo. Todas estas construcciones, carísimas, están situadas a escasos centímetros sobre el nivel del mar. ¿En qué estaban pensando los constructores cuando las diseñaron?

Pues estaban pensando, evidentemente, en que el mar no iba a subir ni un solo centímetro en los próximos 100 años. No es un pensamiento baladí: a diferencia de los "climatólogos" del IPCC, un error en sus predicciones les costaría miles de millones de dólares, unas pérdidas que no se podrían permitir.

Tampoco es aceptable pensar en un deseo de enriquecimiento rápido para luego desentenderse cuando la furia del mar se tragase la isla de David Beckam: estas promociones tardarán probablemente décadas en amortizarse (algunas ni siquiera están terminadas de construir), y un error de apreciación de sólo 15 años puede significar la diferencia entre la ruina y la riqueza.

En fin, que me enrollo más que una persiana: cuando dos predicciones chocan frontalmente tiendo siempre a creer a quien ha invertido su dinero en ella; y desde luego, no han sido los calentólogos quienes lo han hecho.

El día en que, en lugar de ganar dinero, lo arriesguen con sus predicciones, empezaré a tomar en consideración a los "científicos" del IPCC.