Debería sonar extraño que, agotados ya más de siete años de este siglo XXI, hubiese algún país occidental en el que la lucha por la libertad se encontrase en el centro del debate político, pero lo cierto es que, en esta España que nos ha tocado vivir, eso es exactamente lo que sucede: el Gobierno presume de haber otorgado a los ciudadanos más derechos y libertades que los que nunca habían tenido, la oposición denuncia la falta de libertad en determinadas regiones de España, los terroristas coaccionan a grandes sectores de la sociedad... La libertad, hoy igual que hace un siglo, sigue siendo tema fundamental en el discurrir de la política, e incluso de la vida ciudadana, gracias a la aparición y auge de un movimiento liberal que, fundamentalmente desde internet, y gracias a medios como Libertad Digital, nos muestra cómo, en las últimas décadas, y a pesar de lo que dice el Gobierno, la tónica es que cada día cedemos un poquito más de nuestra llibertad, en aras de una seguridad y una comodidad que, paradójicamente, tampoco llegan; y esos pedazos de libertad que cedemos son casi imposibles de recuperar.
En este ambiente de lento pero constante retroceso de nuestra libertad, resulta poco menos que grotesco el espectáculo que nuestros representantes políticos nos ofrecieron el otro día en el Congreso, votando una proposición de Izquierda Unida para ampliar determinados derechos humanos... ¡A los grandes simios! Así, se concede a chimpancés, gorilas y orangutanes los derechos, entre otros, a no ser esclavizados, a no ser maltratados... ¡y a la libertad!
Supongo que tras esta votación, centenares de chimpancés, que hasta ahora vivían muy dignamente en los zoos españoles, vagarán por las calles, intentando encontrar un trabajo digno con el que ganarse la vida, ya que eso es exactamente lo que significa tener derecho a la libertad y a no ser esclavizado. En cuanto a los malos tratos, parece que los impulsores de la medida se olvidan de que, en tanto que animales, la legislación ya prohíbe su maltrato.
Pero yendo un poco más allá, suena un poco a broma de mal gusto que los comunistas exijan libertad para los grandes simios, cuando niegan sistemáticamente esa libertad al simio más cercano que tenemos, que es precisamente el hombre. Porque es falta de libertad no poder decidir qué educación queremos para nuestros hijos, o qué sanidad queremos recibir, o quién queremos que nos suministre determinados servicios públicos, o a qué horas y en qué comercios queremos hacer la compra, o qué acciones o grupos se sufragan o subvencionan con nuestro dinero.
Tenemos un gobierno que, durante cuatro años, se ha desentendido sistemáticamente de los problemas que afectan a los españoles y se ha dedicado a gastar nuestro dinero en tejer una red de intereses diseñada para amordazar a la población y mantenerse en el poder. El último paso ha sido dar unos derechos a los monos mientras otros se restringen a los hombres. Pero el objetivo de esta estrategia está bastante claro: dar derechos humanos a los monos multiplicará el número de votantes de PSOE e IU.
En este ambiente de lento pero constante retroceso de nuestra libertad, resulta poco menos que grotesco el espectáculo que nuestros representantes políticos nos ofrecieron el otro día en el Congreso, votando una proposición de Izquierda Unida para ampliar determinados derechos humanos... ¡A los grandes simios! Así, se concede a chimpancés, gorilas y orangutanes los derechos, entre otros, a no ser esclavizados, a no ser maltratados... ¡y a la libertad!
Supongo que tras esta votación, centenares de chimpancés, que hasta ahora vivían muy dignamente en los zoos españoles, vagarán por las calles, intentando encontrar un trabajo digno con el que ganarse la vida, ya que eso es exactamente lo que significa tener derecho a la libertad y a no ser esclavizado. En cuanto a los malos tratos, parece que los impulsores de la medida se olvidan de que, en tanto que animales, la legislación ya prohíbe su maltrato.
Pero yendo un poco más allá, suena un poco a broma de mal gusto que los comunistas exijan libertad para los grandes simios, cuando niegan sistemáticamente esa libertad al simio más cercano que tenemos, que es precisamente el hombre. Porque es falta de libertad no poder decidir qué educación queremos para nuestros hijos, o qué sanidad queremos recibir, o quién queremos que nos suministre determinados servicios públicos, o a qué horas y en qué comercios queremos hacer la compra, o qué acciones o grupos se sufragan o subvencionan con nuestro dinero.
Tenemos un gobierno que, durante cuatro años, se ha desentendido sistemáticamente de los problemas que afectan a los españoles y se ha dedicado a gastar nuestro dinero en tejer una red de intereses diseñada para amordazar a la población y mantenerse en el poder. El último paso ha sido dar unos derechos a los monos mientras otros se restringen a los hombres. Pero el objetivo de esta estrategia está bastante claro: dar derechos humanos a los monos multiplicará el número de votantes de PSOE e IU.