viernes, 19 de octubre de 2007

Junto a Francisco José Alcaraz, siempre

No hay mayor infamia que amparar al delincuente, al tiempo que se criminaliza a las víctimas.

El sufrimiento de un delito es de por sí una injusticia, que sufre, casi siempre, un inocente. La víctima, entonces, espera de los órganos de poder una restitución que le devuelva su patrimonio, si ha sido esquilmado, y, sobre todo, su honor, que ha sido, en cualquier caso, mancillado.

Cuando la víctima no recibe la pertinente reparación, sino que es maltratada por quien debe protegerla, se produce una situación de indefensión que produce náuseas. Es el primer paso para convertir un estado de derecho en un régimen totalitario, en el que los delincuentes tienen el amparo del gobierno, y el gobierno se sirve de los delincuentes para perpetuarse en el poder.

Cada día que pasa, con cada decisión que toma, el gobierno de España presidido por José Luis Rodríguez Zapatero vuelve a demostrar que ese es exactamente su caso. Y yo quiero, desde este humilde blog (que hasta ahora no ha leído casi nadie) gritarlo a los cuatro vientos.

Quiero decírselo a voces al señor Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero.
Quiero decírselo a los magistrados de la sección cuarta de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional, Fernando Bermúdez de la Fuente, Teresa Palacios y Flor María Sánchez.
Quiero decírselo al juez titular del juzgado de instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno.

Quiero decirles a todos ellos que la ruptura del diálogo tras el atentado de la T4 es un paréntesis que tanto ETA como el Gobierno han ideado para retomar el proceso.
Quiero decirles a todos ellos que el diálogo con ETA supone legitimar los cientos de asesinatos y los miles de heridos provocados por la barbarie terrorista.
Quiero decirles a todos ellos que ZAPATERO ES EL EMBAJADOR DE ETA. El presidente hace tiempo que habla, siente y padece como los propios terroristas.

Estas son mis palabras. Las asumo y me ratifico en ellas. Es más: me ratificaré delante de un tribunal, si llega la ocasión.